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Gardel, un sentimiento que no pasa de moda

Miércoles 26 de Julio de 2017
Aunque el 24 de junio se cumplieron 82 años de su muerte, el Zorzal Criollo continúa dejando su huella en Medellín. En el barrio Manrique Central, una avenida lleva su nombre, un museo se alza en su honor y muchísima gente manifiesta el orgullo de saberlo parte de la vida cultural de Colombia.
Gardel, un sentimiento que no pasa de moda
¿Qué será en verdad la muerte, no? Porque acá, en la Carrera 45, en pleno Manrique Central, en una arteria fundamental de Medellín, Carlos Gardel está más vivo que cualquiera de los que camina en busca de una bocanada de alegría que compense cuánto les cuesta llegar a fin de mes a quienes deben vender su fuerza de trabajo para llevar el pan a sus casas. 

Sí, es cierto: falleció hace poco más de 82 años en un accidente aéreo cerca del aeropuerto de la capital del Departamento de Antioquia. Sí, es cierto: hasta donde se sabe, Gardel no reencarnó en nadie y, por más que su música se escuche en cuanto bar asoma en los alrededores de ese rincón de gente laburante, está muerto. Pero también es cierto esto: los habitantes de esa porción de la ciudad cuentan todas las veces que haga falta –y sin perder la paciencia y sin perder la sonrisa- que el Zorzal Criollo no sólo puso los cimientos del tango en Medellín sino que quiso muchísimo a la segunda urbe más poblada del país cafetero. Y frente a tanto recuerdo, frente a tanto mural encantador y frente a tanto homenaje que conmueve, lo mejor es al menos poner en duda de qué se trata realmente eso de no andar más entre los vivos.

Luz Elena se gana el mango como vendedora ambulante. Cuando los números no acompañan, apela a la paciencia y al diálogo con sus vecinos para sobrellevar mejor la situación. “Hasta que hicieron el Metroplús, en la calle se armaba la Tangovía y no entraba un alma porque todos se acercaban a escuchar y a bailar. Esa tradición duró muchísimos años. Ahora, todos los 24 de junio vienen montones de personas a traerle flores a la estatua”, explica sin que las urgencias económicas sofoquen su tranquilidad. Su compañero ocasional de charla, un señor muy mayor que asiente todo lo que afirma Luz Elana, no se larga a argumentar pero sí se encarga de que una cosa quede bien clara: Gardel es un ícono que Medellín adoptó como propio y que no piensa soltar.

No hay que tener un doctorado en música para advertir lo que significa este confeso hincha de Racing –tan confeso que hasta en “Patadura”, una de sus canciones más resonantes, se dio el lujo de citar a Pedro Ochoa, crack académico durante las primeras décadas del Siglo XX- para la cultura popular de esta región de Colombia. Basta con mover un poco los ojos y enfocar directamente a la Casa Gardeliana, un museo en el que se enaltece la grandeza de este hombre que se consagró a ambos lados del océano Atlántico. Alcanza con observar los nombres de los comercios que se superponen en esa disputa simbólica por establecer algún vínculo sanguíneo con Gardel. Y es suficiente con desempolvar los prejuicios estéticos que se porten por ignorancia para poder emocionarse al leer en el frente de unos escalones la letra de “Volver”.  

“Nosotros no somos de bailar pero eso no quita que no estemos contentos de que un músico como él esté tan protegido en estas cuadras”, sostiene Nubia, quien oficia de vocera de Carlos, su marido. Ante la recomendación de ambos, la marcha cambia de rumbo y se dirige al Café Alaska, una reliquia detenida en el tiempo en la que nunca –pero nunca- deja de respirarse al ritmo del tango. Que resulte una obviedad no significa que esté mal aclararlo: Gardel domina por completo las paredes –el control del círculo central es de las mesas de pool- de un lugar en el que son varias las glorias argentinas a la que se rescata: Osvaldo Pugliese, Julio Sosa y Juan D’Arienzo son algunos de los que se ganaron un recoveco en la eternidad del templo fundado por Luis Eduardo Cardona hace 80 temporadas.

En una época en la que casi todo pareciera volverse volátil, hay sentimientos que no pasan de moda y que demuestran que el corazón no tiene necesariamente destino de mercancía. Gardel quiso a Racing como lo quieren los millones de hinchas que vibrarán a la espera de lo que ocurra entre el equipo de Diego Cocca y Deportivo Independiente Medellín. Manrique Central, a su vez, conoce de memoria cómo hacen algunas voces para quedarse para siempre en los oídos de los barrios trabajadores.
 

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