Fútbol

“Cuando escuché el himno, me explotó el pecho”

Viernes 12 de Septiembre de 2014
Gastón Gómez, arquero de la Quinta División, formó parte de la Selección Sub 20 que participó recientemente del torneo Cotif L’Alcúdia. En una charla con el sitio oficial, contó con detalle lo que sintió al vestir la camiseta argentina. 
“Cuando escuché el himno, me explotó el pecho”
A Gastón Gómez le tiembla el alma. Lo advierte pero, a la vez, no termina de entenderlo del todo porque en ese momento se le hace difícil pensar. Se le viene a la cabeza la emoción de su mamá cuando la llamó por teléfono para contarle que se iba a España a representar al país; se le nublan los ojos al recordar la felicitación de su papá ante semejante noticia; y se le comprime la garganta al imaginar a sus compañeros de la Casa Tita Mattiussi haciendo fuerza para que a él no le hagan goles. Pero, por sobre todas las cosas, le tiembla el alma porque está cumpliendo un sueño: jugar para la Selección.

Marplatense, nacido el 4 de marzo de 1996, Gómez es un pilar de la Quinta División y un serio proyecto debajo de los tres palos que desde hace varios meses se está entrenando con regularidad junto al plantel profesional. Invitado por Racingclub.com.ar para compartir su experiencia en el conjunto nacional Sub 20, el arquero narró detalladamente todo lo que vivió hace muy poco en el torneo Cotif L’Alcúdia.  

-¿Cómo fue que empezaste a trabajar con la Selección?

-Arranqué en abril. Fue cómico cómo me enteré de la primera citación. Estaba en el colegio y Brian Mansilla (delantero de la Sexta División), que va a la misma escuela que yo, entró a mi aula y me felicitó. Yo no entendía nada y empezaron a venir también otros chicos a saludarme. Entonces, les pregunté y me mostraron que en twitter había periodistas diciendo que yo iba a la Selección. Nunca me lo había imaginado. 

-¿Y después?

-Por el Mundial, se cortaron los entrenamientos y, en agosto, me citaron de vuelta. Fue una sorpresa grande el estado de las canchas y de los vestuarios. En cuanto al trabajo, por la poca cantidad de días, es más liviano que acá en el club. La lista para ir a L’Alcúdia, que es un pueblito cerca de Valencia, la dieron después de un amistoso contra un equipo del ascenso. Yo tenía la intuición de que iba a viajar, aunque uno siempre piensa que puede quedar afuera. 

-¿Cómo se tomó tu familia la noticia?

-Fue una alegría para ellos. Pensá que yo nunca había salido del país. Sí había viajado en avión una vez, pero en un viaje corto. La llevé bastante bien, aunque, cuando hubo turbulencias, me asusté un poco. A mis papás les avisé por teléfono y mi vieja se puso a llorar inmediatamente. Mi viejo, que es más frío, también se puso muy contento.  

-¿Le fue bien a la Selección en el torneo?

-Sí, bastante bien. Eran dos grupos de cinco equipos cada uno. De los cuatro partidos de la zona, perdimos solamente el último, contra el Levante. Y en semifinales nos ganó Brasil. Estuvimos más o menos 12 días, en un hotel que quedaba en un pueblito muy chiquito. La verdad es que ahí no había demasiado para pasear porque estaban solamente el hotel, un par de bares y algunos departamentos. 

-¿Te tocó jugar algún partido?

-Sí, atajé contra Indonesia y ganamos por 1 a 0. Por suerte, me fui con la valla invicta. Estoy contento con mi nivel. Aunque, sinceramente, me tocó jugar en un partido que no fue medida porque el rival casi no pateó al arco. No es por desmerecer a nadie pero atacaron poquito y no tuve mucha participación. Pero en los entrenamientos rendí y no me sentí ni más ni menos que nadie. 

-Seguramente, vestir la camiseta argentina habrá sido importante. ¿Qué sentiste en el momento del debut?

-Me sentí raro, feliz, contento. Todo junto. Fue una mezcla de sensaciones. Cuando sonó el himno, me explotó el pecho. Tenía una emoción bárbara y quería llorar. Es increíble: se me puso la piel de pollo y me subió por la espalda. Hermoso, la verdad. Aparte, estás representando a tu país y para mí, como para casi todos los jugadores, vestir la celeste y blanca es cumplir un sueño. 

-¿Pudiste conocer un poco de España también?

-Sí, por suerte sí. Los días libres fuimos a caminar con mis compañeros por Valencia. Anduve por el centro. Había diferentes edificios muy modernos, relacionados con el arte, que estaban muy buenos. Hablamos con la gente de ahí y me llamó la atención la manera de hablar. Hasta que el oído se te acostumbra, todo te suena extraño. Además, te sorprende cómo se visten, los autos que usan, las comidas que encontrás en los lugares. A la playa del Mediterráneo también pude ir y realmente es hermoso. El agua era calentita y transparente. En lo cultural, me impresionó que las mujeres anduvieran en topless, algo que acá no se ve. Te choca mucho al principio. 

-¿Pensás que te sirvió para madurar el viaje?

-Estás lejos de todo y eso te obliga a madurar. Quieras o no, sentís la distancia y te emocionás más porque el contacto con tu familia es menor. No es que haya extrañado mucho en particular pero, cuando te mandan mensajes o fotos, sentís algo especial. Igual, estaba haciendo lo que quería y disfruté de todo. 

-¿Cuánto creés que te ayudó para llegar a la Selección entrenarte seguido con Sebastián Saja?

-Bastante, porque uno aprende todos los días, sobre todo lo que tiene que ver con los movimientos, con la ubicación en la cancha. A veces, en medio de todo lo que voy viviendo, me cuesta hacerme el tiempo para analizar lo que me está pasando como jugador. Pero cuando reflexionás, te das cuenta de que no es poco. 

-Después de esta experiencia, ¿qué metas te trazás para lo que viene?

-Tengo buenas expectativas. Me gustaría ganar mañana el clásico de Inferiores, pelear el título con mi categoría y, si se puede, jugar algún partido en Reserva. Es difícil porque Juan (Musso) es un gran arquero. Pero, además, me citaron de nuevo para la Selección y eso me motiva porque hay varias competencias importantes en el calendario.