Fútbol Masculino

Racing no pudo quebrar a Vélez y empató sin goles

Sábado 04 de Mayo de 2013
En el partido correspondiente a la decimosegunda fecha del campeonato, el equipo de Zubeldía no fue contundente cuando tuvo las chances y empató ante el cuadro de Liniers 0 a 0 en el Cilindro. Centurión volvió a jugar luego de la lesión y Rolheiser hizo su debut en Primera.
Racing no pudo quebrar a Vélez y empató sin goles

Otra vez en el paladar queda esa sensación extrañar de haber podido quedarse con el triunfo y de haber tenido que conformarse con un punto. Otra vez en la garganta se planta ese aroma de festejo que no pudo ser porque el último toque no funcionó, porque la pelota se encaprichó en pegar en la parte externa de la red, porque la efectividad con la que se gozó en otras presentaciones esta vez no cantó presente. Racing , que buscaba la victoria para volver a sonreír y para encaminar su andar en el torneo, no pudo derribar el cero, empató sin goles frente a Vélez y se quedó con las ganas de festejar en el Estadio Presidente Perón ante su gente.

Si el potencial futbolístico de cada uno podía hacer suponer que se iba a ver un encuentro entretenido y con situaciones frente a los arcos, la realidad expuso desde el minuto inicial poco vuelo. Si los talentos presentes en cada una de las alineaciones permitían imaginar un partido vibrante y con destellos de creatividad, la escena se pareció poco a esas perspectivas porque las idas y las vueltas del duelo se tornaron demasiado previsibles. Luis Zubeldía, pese a la ausencia de dos futbolistas importantes, apostó por mantener el dibujo 4-1-4-1 con Rodrigo De Paul cerrado y con Luis Fariña recorriendo la banda izquierda. En el arranque, el esquema no rindió frutos como en las anteriores presentaciones porque, sin Mauro Camoranesi, no hubo pequeña sociedad con Mario Bolatti para tener la pelota y la imprecisión se adueñó de la línea de volantes.

Enfrente, la visita no se apartó de su libreto habitual: un 4-4-2 prolijo, con Federico Insúa como eje en el armado ofensivo y con dos mediocampistas centrales criteriosos para hacer circular el balón. Sin embargo, esa posesión prolongada no se tradujo en situaciones de riesgo porque la solidez defensiva de los locales lo impidió y porque los dirigidos por Ricardo Gareca carecieron del cambio de ritmo necesario para generar preocupaciones. El dueño de casa, con menos circuitos para imponer condiciones desde la toma de la iniciativa, dio la sensación de recurrir a un recurso que utilizó bastante el semestre anterior: esperar en campo propio para salir rápido de contragolpe. Casi le sale en una escapada de Bruno Zuculini por derecha antes del cuarto de hora pero, más allá de algún intento aislado, poco fue lo que Sebastián Sosa debió trabajar.

En esa primera parte, ante la prolijidad de Vélez para manejar la pelota, fue importante el despliegue de Agustín Pelletieri para, junto a la inteligencia conceptual de Bolatti, equilibrar el desarrollo. Luciano Vietto, siempre astuto para moverse sobre los centrales contrarios, no recibió cómodo y de frente para poder marcar diferencias con su jerarquía. Aunque dispuso de alguna corrida esporádica, dio la sensación de que el delantero estuvo demasiado solo y escasamente acompañado. La consecuencia del escenario, hasta el descanso, fue un sinfín de fallas en ambos equipos al momento de la gestación en ataque y el marcador, casi por lógica, no se abrió.

Para el complemento, Zubeldía advirtió que había cuestiones que modificar y alteró el sistema táctico para que la Academia pasara a un 4-3-3 que le trajo rédito casi inmediatamente. Con De Paul ubicado como extremo derecho, los espacios se abrieron a la espalda de Emiliano Papa y Racing, por ese sector, produjo las primeras chances de riesgo de la noche. Primero, Vietto, a esa altura de lo mejor del partido, entró al área a toda marcha pero la pelota se le fue larga, Sosa le achicó rápido y la definición terminó rebotando en el cuerpo del arquero. Un par de minutos más tarde, en la misma ráfaga de avances, Fariña encaró en tres cuartos de cancha y habilitó con un toque sutil a Zuculini para crear la posibilidad más nítida: el número 7 entró libre, gambeteó al arquero y, cuando solamente había que empujarla, remató desviado.

Un regreso esperado por la gente sucedió a los 28 de la segunda parte: Adrián Centurión, que no había jugado oficialmente en este año, ingresó por Bolatti y la variante le modificó la estructura a los locales porque, de ahí en más, la zona del círculo central se transformó en un sitio de paso únicamente, las transiciones se hicieron a toda velocidad y el vértigo se volvió el denominador común de un encuentro que empezaba a cautivar más por su intensidad que por sus brillos. Con el cambio, Centurión se instaló por la derecha, De Paul se movió por detrás de Vietto y Fariña se acomodó por la izquierda. Con los pibes como vanguardia, la impronta de Racing en el último tramo estuvo más ligada a la aceleración continua que a la pausa pero, con ese diagrama, tampoco asomaron las ocasiones. Las modificaciones no frenaron ahí porque, en búsqueda de más peso en los metros decisivos, Javier Cámpora fue al campo en reemplazo de Fariña y acentuó el perfil del equipo que se había ido generando en la segunda mitad.

A cinco del cierre, Leonardo Rolheiser, un producto de las Inferiores del club, hizo su estreno en Primera en lugar de Zuculini y protagonizó la certeza de que hay un proyecto que tiene como uno de sus vértices centrales la promoción de juveniles. Pese a la tensión, a la dinámica y al desgaste del final, el último pase se ausentó y la asistencia precisa no apareció por el Cilindro para quebrar el cero. Entonces, como si no hubiera modo de torcer ese destino, el gol no asomó por Avellaneda y la victoria se fue alejando hasta convertirse en una quimera inalcanzable. El empate, en un cruce con pocas luces en el que las más claras fueron para Racing, terminó siendo lo más justo. 

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