Fútbol Masculino

Un debut con victoria en el Cilindro

Sábado 08 de Febrero de 2014
En el primer partido del campeonato, Racing derrotó por 3 a 0 a Colón y consiguió un triunfo importante para arrancar de buena manera el torneo. Viola, de chilena, Hauche y Vietto convirtieron los goles de la Academia, que volvió a ganar en un debut de torneo después de 3 años.
Un debut con victoria en el Cilindro
Esta vez, hay magia. Y de la buena: de la que estimula las emociones, de la que se deriva de una pirueta fantástica que rompe esquemas, de la que se desprende de un gol, de otro y de otro gol más. Hay magia porque hay un estreno casi soñado, con goleada, con contundencia, con una alegría colectiva como hace mucho que no se palpaba, porque hace mucho que no había victoria en el arranque: la última vez había sido en el Clausura 2011, hace exactamente tres años. Y en esta cita en el Cilindro, Racing estuvo a la altura de las circunstancias y no falló. Hubo claro triunfo por 3 a 0 sobre Colón para comenzar el Torneo Final con un paso hacia adelante.

Era obligatorio hacer carne la expectativa general. Nunca es fácil y menos en casos como éste, en el que era evidente que desde afuera caían cataratas de ansiedad por ver al equipo que prometía desde el verano. Por eso fue prioritario construir con paciencia, sin abalanzarse al ritmo de la gente, sin pretender resolver la historia en pocos segundos. Se vio de movida lo que se venía viendo desde el cierre del año pasado: un esquema táctico con cuatro defensores, con cuatro volantes y con dos delanteros. Con Gómez liberado para ir, con Zuculini encargado del primer pase y con mucha movilidad en ataque para distraer a un adversario cuya prioridad absoluta fue interrumpir los intentos de la Academia. Ese fue el dispositivo para asumir un protagonismo imposible de esquivar.

Minutos de empuje. Varios minutos de empuje continuo. La banda derecha fue la avenida preferida del conjunto de Merlo porque ahí se juntaron Gómez, Villar y alguno de los delanteros para generar profundidad. El sector izquierdo de la visita quedó rápidamente amonestado y eso reforzó el argumento del anfitrión. La pelota, casi sin proponérselo, fue también de Racing, que trabajó con calma la circulación, teniendo en cuenta que el terreno estaba muy mojado y que cualquier equivocación podía costar caro. Si el cuadro santafesino amenazó con un cabezazo de Landa, los muchachos de Merlo respondieron con un zurdazo de Viola al primer poste y con un desborde peligroso de De Paul. Sin embargo, el arribo de la conquista se demoraba y Colón, con despliegue, emparejaba hacia abajo un desarrollo en el que los arcos quedaban lejos.

Hasta que se produjo la acción que desencadenó lo que la multitud aguardaba. Ya había pasado la media hora y no había síntomas de que el gol llegara. Pero llegó. Porque De Paul, de muy buen primer tiempo, aceleró para romper el cero y habilitó a Villar, que picó al vacío por derecha. El Pipa, con la medida justa del tiempo, lanzó un centro al corazón del área y ahí ocurrió la genialidad que generó, en el mismo instante, el asombro y la locura: Viola buscó el aire e inventó una chilena para inflar la red. El desahogo trajo tranquilidad y el segundo no tardó en aparecer. Montoya sacó mal del arco cuando el reloj agonizaba para ir al descanso, Hauche aprovechó la posibilidad demostrando su buen presente y definió con un zurdazo cruzado al palo más lejano.

La ventaja no relajó a la Academia, que sostuvo un ritmo interesante de presión para ahogar a un rival que, de a poco, se animó a salir para tratar de revertir el encuentro. Osella puso un punta por un volante defensivo y Colón se adelantó en el campo de la mano del criterio de Videla. Si bien es cierto que no puso en severos aprietos a Saja –pese a que el capitán tuvo sólo dos grandes atajadas-, la realidad es que el partido pasó a disputarse bastante cerca del área local. Decidido a ceder el balón, Racing se refugió en el contragolpe y estuvo cerca de liquidar en una maniobra en la que Zuculini remató de zurda obligando al arquero a enviar la pelota al córner. Quizás como consecuencia de la actitud de ambos, el duelo se volvió bastante opaco e impreciso: sin suspenso en el resultado, tampoco se daba un rendimiento brillante que espantara todo rastro de dudas.

Necesitado de piernas para compensar el cansancio, Merlo hizo entrar a Ibáñez alrededor de la media hora de la segunda etapa. Sin el dominio completo del juego, con la seguridad que otorga controlar el marcador, la cuestión en el tramo final estuvo ligada al orden. Sin desacomodarse en el fondo, la apuesta fue a que las agujas se movieran sin que el triunfo sufriera sofocones. Y algo así pasó. Vietto entró por Viola, aunque tuvo poco contacto con el balón porque, al igual que sus compañeros, pasó buena parte del tiempo en campo propio. Corvalán fue el último que ingresó, cuando restaban poco para el final, para armar una línea de cinco defensores que evitara inconvenientes.

Y hubo tiempo para un tercer grito. Cuando no quedaba nada, cuando las tribunas solamente esperaban el pitazo final. Con espacios para ir y con ganas de mostrar todo lo que hay para dar, Hauche ganó por derecha y, al quedar cara a cara con Montoya, tocó hacia adentro. Casi sin obstáculos, Vietto empujó y selló la alegría, esa que inundó Avellaneda en una noche de sábado que quedará para el recuerdo. De acá en más, habrá que ir por más. Esto, evidentemente, recién comienza.  

Notas relacionadas

"Hay que levantarse y seguir"

Fútbol Masculino

Sin lugar a reproches

Fútbol Masculino

"Salió como lo planificamos"

Fútbol Masculino