Todo pudo haber sucedido. En un compromiso cambiante e indescifrable, con modificaciones veloces en el marcador, se podría haber ganado y también se podría haber perdido. Si se hubiera dado uno u otro desenlace, nadie estaría habilitado a hablar de injusticias porque cada cual tuvo su rato que no pudo terminar de aprovechar. La síntesis es que Racing precisaba esquivar la caída para confirmar y para confirmarse que está en un proceso de tenue levantada y lo hizo en un escenario que siempre es complejo. Por la décima fecha del Torneo Final, empató 2 a 2 con Atlético de Rafaela como visitante y volvió a sumar, algo importante para empezar a dejar atrás cualquier mal presagio sobre el futuro cercano.

Meter, correr, marcar. Meter, correr, marcar. En esa dinámica arrancó el encuentro y en esa dinámica se sostuvo durante bastante tiempo. Tiene alguna lógica que esas fueran las características porque en el norte de la provincia de Santa Fe se enfrentaron dos equipos bastantes similares que plantean, por lo general, de forma parecida los partidos. Ninguno se sintió a gusto con la tarea de asumir el protagonismo desde la tenencia de la pelota y, por lo tanto, ambos conjuntos buscaron que fuera el adversario el que se hiciera cargo del riesgo de avanzar al campo contrario. ¿La consecuencia? El balón fue y vino en un contexto de constantes imprecisiones y el desarrollo se tornó más opaco que lo cualquier espectador hubiera deseado de antemano: la presión predominó en todos los sectores del campo y las ocasiones de peligro escasearon en los arcos.

Hubo algunas pocas posibilidades para considerar. De entrada, Gabriel Hauche recibió un centro de De Paul desde la izquierda y remató de zurda por encima del travesaño. La respuesta local vino a partir de una serie de incursiones de riesgo que se toparon con un Sebastián Saja que, al igual que ante Belgrano, apareció para evitar la caída de su arco. El capitán académico desvió, primero, un cabezazo que se metía por encima de su cuerpo y, después, le tapó dos remates consecutivos a Federico González. Sin sus manos, todo hubiera resultado más difícil aún pero, por suerte, mostró jerarquía nuevamente para salvar a los suyos.

Antes del descanso, Racing, que paró un novedoso sistema táctico con cinco defensores y con dos mediocampistas centrales, tuvo una opción importante. A la salida de una pelota parada, Hauche capturó el rebote y disparó con mucha potencia. El balón dio en el poste derecho y la oportunidad se diluyó porque Luciano Vietto quedó en una dudosa posición adelantada. En el arranque del complemento, mientras los dirigidos por Jorge Burruchaga daban la sensación de estar algo más cómodos con el formato adquirido por el duelo, mientras el anfitrión sacaba alguna ventaja en la batalla por el espacio, los de Avellaneda golpearon en la primera que tuvieron.

Iban 5 minutos cuando entre De Paul y Vietto armaron una buena maniobra que le permitió al 10 quedar, luego de que la defensa local no pudiera rechazar, de cara al gol. El mediocampista, que había sido el más inquieto a la hora de encarar, no falló y la cuenta se abrió para la Academia. Pero la paz duró poco porque, enseguida, Atlético de Rafaela empató: llegó un centro desde la izquierda, González la bajó sin obstáculos y Lucas Albertengo, con un zurdazo fuerte, batió la resistencia de Saja. El tanto impactó en el ánimo de la visita, que comenzó a ofrecer ventajas atrás que antes no había otorgado. Las distracciones costaron caro porque, a los 13, llegó el segundo del dueño de casa. Albertengo le ganó a Alvarado en el mano a mano y, luego de una buena intervención del arquero, Adrián Bastía la empalmó de zurda para convertir.

Obligado a recuperarse, necesitado de fuerzas futbolísticas, Merlo movió el banco e hizo ingresar a Juan Dinenno por Gastón Campi y a Roger Martínez por De Paul. Con cuatro delanteros juntos, la apuesta fue sumar potencia ofensiva en los metros finales. Algo de eso se vio en un centro interesante de Martínez que Dinenno no pudo conectar por poquito. Como pudo, Racing fue hacia adelante; como le gusta, Atlético de Rafaela se refugió contra Ezequiel Conde y esperó por el contragolpe. Y tanto ir trajo frutos, de la mano de Vietto, que rindió mejor que en otras presentaciones. A los 37, Cerro atacó por derecha, el arquero dio rebote y el punta cordobés, con mucha categoría, colocó la pelota junto al ángulo inferior derecho.

Con el envión, se pudo soñar con el triunfo. Podría haber llegado en una clara infracción de Conde contra Cerro dentro del área que Germán Delfino no sancionó. No se dio y, si sobre merecimientos se piensa, el resultado reflejó bastante lo que ocurrió en la noche del sábado. Volver a sumar en una cancha en la que muchos no suman no estuvo mal. Es un buen antecedente para esperar la próxima cita en el Cilindro.