Fútbol Masculino

Sin la contundencia necesaria, hubo empate ante Olimpo en el Cilindro

Sábado 12 de Abril de 2014
En un partido discreto, Racing, que comenzó abajo en el marcador, no mostró su versión y terminó empatando 1 a 1 con el cuadro bahiense. Campi, cuando promediaba la primera etapa, convirtió para la Academia, que llegó a los cinco encuentros sin perder.
Sin la contundencia necesaria, hubo empate ante Olimpo en el Cilindro
Mientras los análisis van y vienen sin que haya consenso sobre qué conclusión sacar, la realidad se mueve a dos puntas sin permitir un balance evidente. Se pudo ganar, se pudo perder y se terminó consiguiendo un punto que agranda un poco la cuenta en la tabla posiciones. Pero eso no es todo porque, además, la teoría obligaba a quedarse con el triunfo, algo que no se logró; y, a la vez, se alcanzaron las cinco presentaciones sin conocer la derrota. En un presente irregular que ofrece buenas y que descarga malas, Racing cerró su compromiso de la decimotercera fecha empatando 1 a 1 con Olimpo en el Cilindro y ahora enfoca el futuro con 13 unidades.

El rol era otro. Eso estaba claro desde antes de arrancar y, por lo tanto, el desafío era cómo encontrar la manera de resolver un encuentro en el que las condiciones imposibilitaban esperar tanto como en las citas anteriores. Conciente del novedoso escenario, Merlo paró un equipo con dos volantes ofensivos y con dos delanteros bien definidos. La cuestión es que, como quedó evidenciado, no bastaba con eso para superar a un adversario que estaba dispuesto a ceder la menor cantidad de huecos en su terreno. Como la elaboración prolongada no es su fuerte, el conjunto local apostó por producir desequilibrio por las bandas, con Diego Villar, de un lado, y con Rodrigo De Paul, del otro. Sin llegadas nítidas, lo que se percibía es que, con más vitalidad que lucidez, el anfitrión empujaba al punto de instalar el duelo en terreno ajeno. Ese daba la sensación de ser el modo para asumir el protagonismo.

El problema es que los minutos corrieron sin que asomara la solución. Iván Furios rechazó lo que le pasó cerca y a los arrestos de De Paul –uno, con caño incluido- les faltó certeza en el momento de la decisión. Luciano Vietto también trató de aportar movilidad pero, por lo general, recibió de espaldas y sin circuitos de creación que le permitieran desmarcarse de sus pegajosos rivales. Entonces, sin ideas capaces de romper la monotonía, el desarrollo se fue tornando opaco y con poco ritmo. La imprecisión fue el factor común debido a que la ausencia de estrategas trajo como consecuencia que la mayoría de las maniobras carecieran de una dirección inteligente. Los arcos no aparecían en el centro del encuentro pero, como muchas veces pasa en el fútbol, una ocasión fortuita les devolvió el papel central. Y así, sin que nadie pudiera preverlo, se abrió el resultado.

Iban 17 de la primera parte cuando una falla en la salida lo dejó a José Valencia, siempre inquieto, de cara a Sebastián Saja. El delantero encaró a toda marcha y, aunque tiró larga la pelota, alcanzó a puntear cuando el arquero le achicaba el ángulo de tiro. La pelota, sin que ningún intento desesperado la sacara, se pegó a la red para poblar el estadio de dudas. Pero Racing no acusó el golpe, apuntó a generar a través de los mismos medios que había utilizado desde el inicio y se topó con la igualdad después de que Villar fuera derribado cerca del córner por una gambeta punzante. De Paul lanzó al corazón del área a los 25, Esteban Saveljch no alcanzó a cabecear y, en el rebote, Gastón Campi se arrojó al piso para tocar al gol. Alivio y vuelta a arrancar para revertir lo que no estaba bien.

Los dirigidos por Walter Perazzo eligieron el costado izquierdo para progresar y le pusieron fichas a la sociedad de Leonardo Gil y de Ezequiel Cerutti. Pablo Alvarado estuvo encargado de coordinar las coberturas y respondió ante un Olimpo que, cuando pudo, ensanchó el campo con el objetivo de lograr profundidad. La respuesta académica quedó más bien atada a la inspiración individual y algunos arranques explosivos desnivelaron como para desatar expectativas ofensivas. Ya en el complemento, luego de que Ezequiel Cerutti desperdiciara con un disparo alto una buena chance, Mostaza hizo entrar a Luciano Aued por Zuculini. ¿Quién dominaba el partido? Difícil decirlo porque ninguno terminaba de sacarle jugo a la situación. Con poca pausa, con una dinámica de tono creciente, los dos buscaron en un palo y palo que abría el hueco para que se colara el suspenso.

Poco ocurría en la noche del sábado porque el nerviosismo ganaba importancia y porque las ideas no se paseaban con frecuencia por el Cilindro. Las sucesiones de pelotazos colmaron el cielo de ilusiones frontales que acabaron, casi siempre, en las cabezas de los defensores centrales. Un tiro de Vietto, tras una prolija maniobra que fue de izquierda a derecha, fue lo mejor de los locales. Un disparo de Lugüercio, a la salida de un envío detenido, asustó levemente a un Saja que no tuvo más que seguir la trayectoria con los ojos. Para lograr más recorrido en la zona del mediocampo, Gabriel Hauche ingresó por Villar. Al ratito, Roger Martínez reemplazó a Viola.

Los dos cambios gozaron de chances pronto. La primera fue para Hauche, que capitalizó un error y le dio de zurda. Una frente salvadora evitó el gol cuando el murmullo de festejo se imponía. La segunda fue para Martínez, que anticipó por arriba pero sin darle destino justo al balón. Sin contundencia para acertar en los instantes adecuados, el empate terminó siendo la consecuencia más lógica de lo que se vio en la cancha. Gimnasia es la próxima meta y hacia ahí habrá que conducir toda la energía.  

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