Fútbol Masculino

Racing fue el dueño del clásico del domingo

Domingo 17 de Agosto de 2014
En un Cilindro que lució repleto, el equipo de Cocca supo aprovechar los momentos y derrotó por 2 a 0 a San Lorenzo. Lollo, en la primera parte, y Castillón, a nada del final, convirtieron los tantos de la Academia.
Racing fue el dueño del clásico del domingo
Fue un golpe en el instante adecuado y fue otro golpe para liquidar la historia. Fue un grito cuando se acababa la primera parte y fue otro grito cuando la tarde concluía. Fue un gol que abrió la expectativa en un clásico importante y fue otro gol que confirmó el triunfo cuando la gente reclamaba asegurar la alegría. Fue un envión que comenzó en San Luis, que se extendió en Florencio Varela y que alcanzó su tercer escalón en un Cilindro colmado. Fue una victoria para darle confianza al proyecto y para regalarles una sonrisa a los hinchas. Fue un contundente 2 a 0 sobre San Lorenzo que le permite a Racing estar en el grupo que arrancó el torneo con una ilusión grande.

Cada detalle valía un montón. Desde el inicio. Cada cual llegó en su historia, con condicionantes distintos, pero en la cancha ninguno quiso regalar nada. Lógico: un clásico se juega como un clásico. Entonces, cada centímetro de césped se volvió fundamental para determinar quién estaba más cómodo en un partido que se dio parejo desde el pitazo inicial. La pelea quedó plantada con sistemas tácticos casi calcados, por lo que las diferencias no fueron los modelos sino las características de los jugadores. Si el conjunto local puso un centrodelantero y un hombre con libertad para moverse por afuera, la visita optó por dos piezas típicas de área; si el equipo de Diego Cocca retrasó a Ezequiel Videla para que fuera salida siempre, los dirigidos por Edgardo Bauza eligieron despegar a Facundo Quignón para sumarlo recurrentemente al ataque.

Los arcos quedaron lejos. En todos los ratos de la primera etapa. Recién al cuarto de hora hubo un disparo al arco, que se fue cerca del palo izquierdo de Sebastián Saja. A Racing, pese a que tuvo paciencia para mover el balón de un lado al otro, le costó romper la presión azulgrana sobre la línea de mediocampistas y, por lo tanto, dejó demasiados solos a las dos barajas de adelante. Igual, se las rebuscaron para complicar a los centrales contrarios. La mejor que pudieron armar fue una doble descarga que lo dejó a Gabriel Hauche con pelota controlada dentro del área. La gambeta decisiva no salió y el intento se diluyó cuando estaba por desatar entusiasmos. En el resto de las maniobras, los puntas aguantaron de espaldas y no consiguieron desequilibrar para quebrar el cero. El desarrollo, realmente, era equilibrado.

Y para eso están los detalles. Ya se dijo pero se repite porque ahí radica el quid de la cuestión. Quedaba nada para el descanso. Un disparo de Iván Pillud, llegando a posición de ataque, había puesto a la Academia cerca de Sebastián Torrico. Pero acá lo que sucedía era un envío detenido, exactamente a los 45. Gastón Díaz y Marcos Acuña la jugaron rápido para sorprender a propios y a extraños. El mediocampista derecho se escapó por izquierda y buscó el perfil para meterla donde hiciera daño. Milito salió de la zona a la que iba la pelota para distraer y, por encima de todos, por arriba de todos, Luciano Lollo apareció para conectar de cabeza. Lo demás se sabe: el arquero desparramado y la multitud llenándose la boca para festejar un gol clave para mirar con buenos ojos el complemento.   

Lo que vino resultó evidente. Ante la coyuntura adversa, los de Boedo avanzaron en el campo y el anfitrión se recostó contra Saja a la espera de la oportunidad para lastimar de contragolpe. Sin muchas luces en la creación, San Lorenzo se fue haciendo dueño de la pelota y comenzó a inquietar con insinuaciones no muy profundas. Bauza movió el banco para hallar alternativas: Juan Cavallaro, Pablo Barrientos y Néstor Ortigoza entraron para darle más juego a un equipo que estaba obligado a generar huecos. La respuesta de Cocca fue el ingreso de Adrián Centurión por Acuña. Cada cual entendía a la perfección la situación en la que estaba y se adaptaba al mandato del resultado para enfrentar la última parte del encuentro. Por eso, Racing, que ya no estaba tan fino para hacerla circular, apostó sin dudas por la chance de atacar con espacios.

Ante las dificultades para defenderse desde la posesión, fundamental fue el despliegue colectivo. Porque San Lorenzo, con las variantes, ganó en criterio al momento del traslado y obligó a desplazamientos largos para interrumpir los circuitos rivales. Videla fue bastión en eso y los otros acompañaron con la misma generosidad. Pudo haber sentencia poco después de la media hora pero Centurión, luego de que Facundo Castillón –había reemplazado a Milito- llegara a la raya de fondo, falló en la definición. Las posibilidades de molestar a Torrico disminuyeron cuando Hauche se fue expulsado por una infracción en ataque. Quedaban 11 minutos cuando Néstor Pitana le mostró la roja y, de ahí al cierre, el partido se adquirió todos los condimentos del suspenso.

Resistir. Eso hizo Racing hasta el final. Con las líneas juntas, con agresividad para quitar, con concentración para no dejarse atrapar por el ambiente. Un centro con comba le permitió a Fabricio Fontanini disponer de una oportunidad nítida pero el central disparó desviado. Gastón Campi pisó la cancha por Díaz para sumar altura en el fondo pero fue Saja, como tantas otras veces, el que puso las manos para contener un tiro desde la medialuna. Y lo último fue el desahogo. Porque ya se jugaba el descuento cuando Castillón encaró y definió con sutileza a un costado del arquero. Ahí sí no le quedaron más dudas a nadie: de Racing fue la sonrisa del domingo.

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