Fútbol Masculino

El clásico, del campeón

Domingo 24 de Mayo de 2015
En un Cilindro repleto, la Academia se dio uno de esos gustos que no se olvidan: fue claramente superior a Independiente y le ganó merecidamente por 1 a 0. Diego Milito, símbolo de este equipo, hizo el gol.
El clásico, del campeón
Diego Milito volvió al lugar que lo vio nacer para cumplir sueños y, en menos de seis meses, consiguió consagrarse campeón. Entre las cuentas pendientes, le quedaba festejar ante el rival de toda la vida, en casa, con una multitud coreando su nombre. Y lo logró en la tarde del domingo, con un gol suyo de penal, en un nítido triunfo por 1 a 0 que desató la alegría en el Cilindro. Y, entonces, Racing, de la mano de su emblema, le ganó a Independiente, se recuperó de la caída en Paraguay y ya se podrá a pensar con toda la ilusión en la revancha frente a Guaraní.

Ni un segundo para respirar, ni un instante para acomodarse. De entrada, desde la primera acción, la adrenalina propia de uno de esos partidos en los que el orgullo se pone sobre la mesa. De un lado, el dueño de casa con la iniciativa, con el control de la pelota y con el dominio del campo; y, del otro, la visita, agazapada con muchos volantes y lista para lanzar transiciones veloces. Luciano Aued, de regreso después de más de dos meses de ausencia, asumió el rol de conductor y le dio fluidez a la tenencia. En una de sus primeras intervenciones, cuando apenas iban tres minutos, recuperó en tres cuartos de cancha y probó a Diego Rodríguez. El conjunto de Jorge Almirón respondió con un envío detenido punzante. Matías Pisano tomó el rebote y remató. El balón salió pegado al poste.

Hubo más jugadas de riesgo en el tramo inicial. Gustavo Bou, movedizo e inquietante, aprovechó una distracción adversaria al cuarto de hora y encaró mano a mano al arquero. Su definición fue relativamente esquinada pero Rodríguez intervino a puro reflejo para mandar al córner. Racing era superior en el desarrollo porque imponía el ritmo de juego y eso se iba a plasmar poco después en el resultado. A los 21, Marcos Acuña salió del sector izquierdo, apareció por derecha y aceleró dentro del área. Víctor Cuesta le cometió infracción y Germán Delfino sancionó. Diego Milito, exactamente a los 22, abrió el pie con una calidad tremenda para colocar la pelota contra el poste izquierdo. El Cilindro retumbó en mil gritos con el primer gol de la tarde.

No se detuvo la dinámica cautivante. Enseguida debió asomar la figura de Sebastián Saja para mantener la ventaja porque Lucas Albertego halló un hueco y buscó con un tiro potente. El uno puso justo las manos para devolver la calma. Milito, tras un pase de Oscar Romero, dispuso de otra chance para aumentar la cuenta pero su toque sutil se fue por poco. Antes del descanso, Independiente se adelantó y generó algunos problemas en la última línea académica. Albertengo, la referencia ofensiva de la visita, avisó con dos cabezazos que se escaparon por encima del travesaño. Quedaba todavía mucho por jugarse.

Siguió siendo abierto el duelo en el complemento. De hecho, se produjeron dos oportunidades en pocos minutos: primero, Romero sacó un zurdazo bajo que besó el sector externo de la red; y, luego, Martín Benítez pudo haber empatado a la salida de un córner desde la derecha. La Academia no abandonaba la paciencia y aguardaba por los espacios. Milito condujo con lucidez un contraataque pero Romero no acertó en el pase final. El capitán, inteligente para elegir, fue el que manejó los tiempos casi siempre para que Racing respirara. Diego Cocca introdujo variantes para no ceder en la disputa del mediocampo: Washington Camacho y Francisco Cerro reemplazaron a Romero y a Ezequiel Videla. Era cuestión de no aflojar.

Independiente no se resignó y empujó como pudo. La precisión de Mancuello en los envíos detenidos era la carta para incomodar a Saja y todos debieron colaborar para rechazar el peligro. Aued, en un cierre fenomenal, puso la cabeza antes de que la pelota cruzara la línea. Hubo alivio en la gente. En un contexto de tensión por la incertidumbre del resultado, Bou dio la sensación de ser la mejor fórmula para salir del asedio. El goleador fue y vino por todo el ancho del terreno con una potencia deslumbrante. Cocca metió la última variante para reforzar la zona crucial: Gastón Díaz ocupó el lugar de Aued y Acuña se trasladó al círculo central.

Pudo haber liquidado Milito la historia en un avance profundo pero, después de gambetear a Rodríguez, tocó de zurda y el balón se estrelló en el poste. Iba a haber que sufrir hasta el pitazo decisivo porque la contundencia no decía presente. La expulsión de Mancuello a los 43 liberó algún suspiro y permitió atravesar el cierre sin tantas zozobras. Racing festejó a lo grande y dejó en claro que el clásico le pertenece al campeón.

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