De un momento a otro, el teléfono arrancó a sonar. Y no se detuvo más durante un largo rato. 

Un llamado y otro llamado y otro llamado más. Todos por lo mismo, todos para felicitar a la familia Mansilla por el estreno del niño Brian en la Primera División de Racing. Miércoles a la noche de un invierno con temperaturas de primavera. Alvear, un barrio ubicado en el sudoeste de Rosario, el lugar en el que Brian Mansilla conoció el amor por el fútbol, con mil pulsaciones por segundo. “Todos los vecinos miraron el partido y se comunicaron con nosotros para saludarnos”, le dijo el papá de Brian a Brian una vez que el pasaje de la Academia a los cuartos de final de la Copa Argentina era un hecho. 

Un sueño. Un sueño significó para el joven delantero debutar con una camiseta a la que aprendió a querer desde que se vino a vivir a la Casa Tita Mattiussi. Una ilusión. Una ilusión construida a puro esfuerzo que empezó a tomar forma mucho antes de que, a los 21 minutos del segundo tiempo del partido contra Atlanta, Diego Cocca lo hiciera entrar en lugar de Ricardo Noir. Y una charla. Una charla mano a mano con Racingclub.com.ar para ofrecer la intimidad de una historia que vale la pena.

-Se te venía postergando el debut pero finalmente se te dio. ¿Cómo viviste ese momento único?
-Como pude. Fue una mezcla de sensaciones difíciles de explicar. No había podido entrar las otras veces que fui al banco pero esta vez sentía que me iba a tocar debutar. Estaba confiado y con muchas ganas.

-¿Cómo es eso que sentías que se te iba a dar?
-No sé cómo pero lo sentía. El día del partido nos entrenamos a la mañana en el gimnasio y estaba seguro de que iba a jugar un rato. Eso me puso nervioso pero traté de no perder la calma.  

-¿Y en qué pensaste cuando el profe Bustos te hizo la seña de que te prepararas?
-Fue un segundo en el que se me pasaron mil cosas por la cabeza. Pensé en mi familia, en todo el esfuerzo que hizo la gente que me quiere para que yo pudiera llegar hasta acá. No es fácil estar en un club grande y esto es, de alguna manera, coronar todo el esfuerzo de años. 

-¿Tuviste tiempo para emocionarte en ese instante?
-Sí, por dentro estaba emocionado. Me acordé de cuando era chico e iba a entrar a un club de Rosario con mis amigos. El técnico nos llevaba en una camioneta toda destartalada. Nosotros nos trepábamos y viajábamos colgados. Desde ese momento quise ser jugador. 

-¿Hablaste con tu familia después del partido?
-Sí, con casi todos por WhatsApp. Y con mi papá por teléfono. Me contó que el barrio estaba revolucionado, que todos habían visto el partido por mí y que lo habían llamado para felicitarlo. Eso me puso todavía más contento. 

-¿Y tus compañeros también te felicitaron?
-Sí, ellos se vienen portando bien conmigo desde que me sumé al plantel. Después del partido, Milito se acercó y me dio palabras de aliento. “Este es el camino. Seguí adelante”, me dijo. Para mí fue un orgullo escucharlo. Grimi, Noir y Nico Sánchez también me hablaron. Esto me motiva para seguir buscando un lugar en el equipo. 

-¿Qué análisis hacés de los minutos que estuviste en la cancha?
-Bien, estuve bien. Traté de hacer lo mejor posible, aunque el momento del partido no fue el mejor porque la pelota no nos llegaba tanto a los delanteros. Busqué aguantar y jugar mucho con el cuerpo. No tuve ninguna chance pero traté de colaborar con el equipo. Me sentí bien. 

-¿Con qué expectativas vas a trabajar de ahora en más?
-Sé que soy joven y que tengo mucho por aprender. También sé que arriba mío hay grandes figuras. Pero creo que puedo aportar cosas. Aprender cosas de ellos es un lindo desafío para poder pelear un lugar.