La escala de obligaciones señaló de entrada que no había margen para la eliminación y Racing se ocupó en la noche de Avellaneda de estar a la altura de las expectativas. Con un técnico que está dando sus primeros pasos, con un plantel que se conoce de memoria, la Academia hizo bien los deberes, le ganó a Puebla por 1 a 0 y se aseguró un lugar en la fase de grupos de la Copa Bridgestone Libertadores. Y así, con una victoria que se gritó con el alma, logró darle continuidad al objetivo de ser protagonista en todos los frentes.

Decidido a no subestimar la serie, Racing salió a jugar como si no hubiera en el horizonte otra cosa que un triunfo. A diferencia del cruce en México, el planteo táctico del equipo de Facundo Sava fue diferente. Más mediocampistas para presionar con mucha intensidad. Más vocación de interrumpir muy arriba posible el circuito de tenencia ajeno. Más ganas de plantarse en campo contrario para imponer las condiciones del juego. Y la apuesta salió relativamente bien porque la visita se sintió incómoda desde el arranque. Hubo una ocasión de peligro clara, exactamente a los 16, que acabó en la red pero que Ricardo Marques Ribeiro, el árbitro, anuló por posición adelantada. Gustavo Bou, movedizo por todo el frente de ataque, pudo haber convertido tras una linda pared con Diego Milito. Sobraron también los centros cruzados contra el área de Cristian Campestrini. Sin embargo, sin precisión en los metros finales, el dueño de casa debió conformarse con irse al descanso en cero.

Ni la idea ni la ambición. Racing no se movió de su línea y siguió contrarrestando la prolija posesión del rival con una presión asfixiante y bien agresiva. El lógico desgaste obligó a las variantes y Sava, sin modificar la propuesta, apeló a Oscar Romero y a Lisandro López para ir por el triunfo.  Salieron Washington Camacho y Diego Milito y el esquema se flexibilizó porque Romero contó con libertad para salirse de la banda. Y el premio a tanta constancia llegó a los 29, luego de un robo a la altura de la medialuna. Bou, siempre desequilibrante, siempre un peligro, recibió, encaró y se perfiló para la derecha. El tiro, rasante y esquinado, se metió contra el ángulo inferior derecho para hacer estallar a la multitud.

Lejos de refugiarse contra Sebastián Saja, la Academia fue por más y sostuvo la energía para evitar sufrimientos. El ingreso de Ricardo Noir por un agotado Marcos Acuña sirvió para no regalar ni un centímetro de esfuerzo. Se vino el cierre y el desahogo y la tranquilidad y la alegría por estar donde se quería estar. Esto recién empieza. Pero es una gran noticia saberse en la fase de grupos del torneo más importante del continente.