Fútbol Masculino

Aquella excursión gloriosa

Miércoles 04 de Mayo de 2016
Racing jugó en Belo Horizonte la final de la Supercopa 1988 y se coronó ante el Cruzeiro en una actuación heroica. Con ese antecedente como respaldo, el equipo de Facundo Sava tratará de conseguir el pasaje a los cuartos de final de la Copa Bridgestone Libertadores. 
Aquella excursión gloriosa
Nombres para hacer historia: Ubaldo Matildo Fillol y Sebastián Saja, Nicolás Sánchez y Gustavo Costas, Miguel Ángel Colombatti y Luciano Aued, Omar Catalán y Lisandro López. En distintas épocas, con la misma camiseta. Y en la misma ciudad: Belo Horizonte. El 18 de junio de 1988, Racing se trasladó a la capital del Estado de Minas Gerais para jugar la final de la primera edición de la Supercopa y consiguió el objetivo de consagrarse campeón después de empatar 1 a 1 con Cruzeiro en el Estadio Mineirão. Fue un título que alivió el alma académica luego de varias desazones. Fue una alegría que le servirá de glorioso antecedente al equipo de Facundo Sava.

En el partido de ida, disputado el 13 de junio en el Cilindro, el conjunto de Alfio Basile dio vuelta un arranque adverso y se impuso por 2 a 1 con goles de Walter Fernández y de Colombatti. En la revancha, con una multitud hinchando en contra del equipo, la Academia resistió la embestida con una formación que permanecerá en las mejores páginas de la memoria: Fillol, Carlos Vázquez, Costas, Néstor Fabbri, Carlos Olarán, Jorge Acuña, Miguel Ángel, Colombatti, Rubén Paz, Catalán y Fernández. Hugo Pérez y Ramón Medina Bello ingresaron en el complemento para darle aire a la epopeya. Eran también parte del plantel José Raúl Iglesias, Julio César Balerio, Marcelo Asteggiano, Eduardo Saporiti, Gustavo Szulz, Fabio Costas y Víctor Rabuñal.

Fue una corrida electrizante de Catalán, justo cuando el reloj marcaba 45 minutos de la primera etapa, la que le dio vida a Racing. Una definición algo atolondrada pero efectiva abrió el camino para soñar con la gloria. Robson empató a los 37 de la segunda parte y sembró de interrogante la escena. Ahí, cuando más falta hacía demostrar la categoría, la figura de Fillol apareció para traer toda la tranquilidad que se necesitaba. 

Fue una hazaña, fue una gesta inolvidable. Que aquella excursión funcione como un hito a imitar.

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