¿Se puede convertir y sufrir, convertir y sufrir, convertir y sufrir y convertir y sufrir de nuevo? Sí, se puede. Racing transitó la tarde del sábado con el corazón en la mano porque, si bien ganó, no pudo evitar el vendaval de zozobras que lo tuvo hasta el último instante del encuentro sumergido en el suspenso. Con una delantera temible y con un rendimiento defensivo que dejó dudas, la Academia venció por 4 a 3 a Atlético Tucumán en Avellaneda y sumó el sexto triunfo por el torneo local en lo que va de 2017.

Antes de que el envión inicial se diluyera, del césped alumbró una genialidad digna de una catarata de aplausos. El equipo de Diego Cocca, especialista en generar mucho peligro sin elaborar demasiado, construyó una jugada sensacional que terminó en el ángulo superior izquierdo de Cristian Luchetti. El reloj marcaba apenas 13 minutos cuando Gustavo Bou lanzó con todo el empeine un centro desde el córner derecho hacia la medialuna. Diego González arqueó el cuerpo y enganchó la pelota en el momento exacto para despertar todos los asombros y toda la alegría. Era sonrisa de entrada.

Pero no duró demasiado el bienestar. Atlético Tucumán no se desarmó, obstaculizó la zona del falso nueve con Nery Leyes y buscó asociarse por abajo. Una error defensivo –perseguir las diagonales a medias puede ser riesgoso- derivó en una infracción dentro del área que Luis Rodríguez canjeó por el empate. Ante la carencia de variantes en el toque corto, buenos resultaron los envíos detenidos: Miguel Barbieri, a los 38, apareció en el área contraria para ganar por arriba y estampar el segundo. Daba la sensación de que la ventaja traería tranquilidad pero, en el arranque del complemento, el conjunto de Pablo Lavallén igualó gracias a un tremendo bombazo de Leandro González de media distancia que se coló contra un poste.

Había que volver a levantar vuelo. Y para eso están las cartas bravas. Iban ocho minutos cuando, de puro guapo, Lautaro Martínez la peleó en tres cuartos para que entre González y Bou se la llevaran. Luchetti respondió ante el disparo de Bou pero, de rebote, el goleador la empujó a la red. Se precisaba calma y Marco Torsiglieri se ocupó de ofrecerla –al menos por un rato- cuando, a los 18, conectó de cabeza un centro impecable de Acuña. Cocca movió el banco para no perder intensidad e ingresaron Gastón Díaz y Maximiliano Cuadra. Pero otro desacierto en la última línea le permitió a Rodríguez descontar cuando aún restaba un cuarto de hora.

Dominó la histeria. A partir de ahí, la tensión se adueñó de la escena. Ezequiel Videla pisó la cancha para aportar el equilibrio que tanto demandaba la tribuna. Atlético Tucumán fue y fue, más por el retroceso de Racing que por estar convencido de torcer la historia, y se arrimó en varias ocasiones. La Academia resistió mirando todo el tiempo de reojo las agujas y se aferró con uñas y dientes a una victoria clave para mantener de pie la ilusión.

Fotos: Paola Lara.