La semilla de la memoria está en la conciencia. Y para sembrar desde la institución ese gen que forma la identidad junto al sentido de pertenencia y el amor por el club, es preciso acercar a las nuevas generaciones desde la experiencia un concepto ineludible, pero que por lo general es poco conocido entre el publico muy joven: Racing no nació ayer. La historia que ha formado, convertido y sostenido a este gigante mundial a lo largo de más de 116 años es mucha. Demasiada y muy importante. Por eso resulta imprescindible transmitir y dar a conocer lo que que todo esto significa y representa desde sus orígenes. El crecimiento colectivo de la memoria entre las nuevas generaciones no nace porque sí. Hay que incentivarlo. Y el Archivo Histórico volvió a demostrar que entre las chicas y los chicos racinguistas del colegio está el suelo fertil para que crezca esa semilla que desde este espacio se busca sembrar constantemente.

El sexto grado del Colegio Racing Club admira maravillado. Los ojos de muchos y de muchas se abren por momentos casi tan grandes como el Cilindro mismo. Del otro lado, Fernando Raimondo, Jaime Vernocci y Enzo Rolón, tres de los representantes del Archivo Histórico del club, no paran de sorprenderlos. Revistas, libros, fotografías, banderines, trofeos. La historia viva de Racing pasa frente a los ojos del joven grupo racinguista, mientras las presentes se encargan de despertar hoy ese amor por el club que hará que la historia viva se siga reproduciendo de generación en generación el día de mañana.

A lo largo de una hora y en una actividad que ya se ha hecho una costumbre desde la creación del archivo del club, hace casi ya tres años, las puertas del recinto se abrieron de par en par, para que la historia del club cobre vida una vez más. Y la sala de conferencias del estadio tomó forma de una gran muestra itinerante que le permitió a la juvenil camada académica ahondar en un universo poco conocido. Las preguntas, las respuestas, las risas y las inquietudes transformaron algo que podría haber sido un mero intercambio cultural entre grandes y chicos en una usina generadora de sentimientos más profundos, basados en la generación de una identidad propia amparada tanto en el apego genuino por el club como por los colores que se sienten propios.