Boxeo

Gracias eternas, campeón

Miércoles 14 de Septiembre de 2022
Este 14 de septiembre, día en el que en Argentina se celebra el Día del Boxeador, Horacio Accavallo partió a la inmortalidad. Pugilista notable, marcó una época al consagrarse campeón mundial, además de portar siempre con orgullo los colores de Racing alrededor del planeta. Nuestra institución, que lleva su nombre en la Academia que funciona hace más de una década, enaltece su memoria.
Gracias eternas, campeón
A lo largo de sus 87 años Accavallo atravesó distintas etapas de su vida, teniendo que afrontar golpes duros tanto arriba como debajo del ring. Con templanza y temperamento, Horacio se sumó al deporte de los puños como mecanismo para salir adelante y crecer; y su potencial hizo que se convirtiera en una leyenda dentro del deporte a nivel nacional, en tanto que sus consagraciones lo llevaron a ser reconocido como una figura de renombre en distintas partes del mundo.

Dentro de su larga trayectoria decidimos quedarnos con un momento que quedará marcado a flor de piel más allá del paso de los años y de las generaciones. Fue nada más y nada menos que en 1966, cuando Accavallo conquistó el campeonato mundial de la categoría mosca, en Japón, al vencer al local Katsuyoshi Takayama, en un duelo a 15 rounds y con decisión dividida por los jueces. De esta manera Horacio se convirtió en el segundo boxeador argentino en lograr este hito y el primero en subir al ring con una bata celeste y blanca con el escudo de Racing Club en uno de los costados del pecho, en una muestra clara del amor que siempre tuvo y manifestó por nuestra institución. 

En reconocimiento a semejante acto, cuando nuestra institución sumó como disciplina deportiva al boxeo dentro de su oferta formal de actividades orientadas a la comunidad, se decidió llamar al gimnasio situado en el estadio de Avellaneda como la Academia de Boxeo Horacio Accavallo. Hoy cientos de púgiles se entrenan allí con la imagen de "Roquiño" -tal y como se lo conocía de manera popular- con su indumentaria racinguista en uno de los laterales, teniéndolo como el principal referente del espacio que funciona en el club desde hace más de una década.

Los últimos años de Horacio fueron difíciles. Tuvo que pelear con una dura enfermedad pero siempre mantuvo la guardia alta para no dejarse vencer. Hoy nos toca despedirlo, pero sólo de manera física porque sabemos que su recuerdo y sus logros serán eternos. Porque él demostró con coraje, capacidad y talento ser mucho más que un simple boxeador. Por eso el legado que dejó se extiende mucho más allá de sus grandes peleas y de sus logros arriba del cuadrilátero. Sus banderas se apoyaron en el amor propio que brindó, en lo que construyó y en su pasión por su querido Racing Club.

Hasta siempre, campeón. Muchas gracias por todo.