Una fiesta a puro color, a pura alegría, a pura canción, a puro sudor. Miles y miles de piernas yendo y viniendo de acá para allá, del cemento al césped, del playón a las calles de la ciudad de Avellaneda, de la Avenida Mitre a la Avenida Belgrano. Con un sol pleno, la mañana del domingo se vistió de celeste y blanco: globos, banderas, camisetas y la pasión racinguista puesta en las ganas de cada una de esas más de 1500 personas que le ganaron al cansancio para participar de un evento inolvidable: la segunda maratón académica. 

Se había postergado una semana pero valió la pena. Con la convocatoria esperada, la carrera en homenaje a los 100 años del primer campeón se desarrolló como estaba pautado y partió desde el portón de la calle Colón a las 9. Primero, salieron los atletas de Racing Integrado; luego, los chicos y las familias que participaron del recorrido de 1 kilómetro; y, por último, la multitud que juntó voluntad para completar los 5 kilómetros. En un ambiente de risas y sin ningún gesto de violencia, los corredores cumplieron con el camino para hacer el triunfal ingreso al Cilindro. Al entrar al estadio, la indicación fue dar una vuelta por el perímetro de la cancha para terminar todo el mundo bebiendo y comiendo en la tribuna baja que se ubica enfrente del mástil. 

A la hora del acto, luego de que un grupo de percusión se luciera con un ritmo de tambores, Hernán Martínez Escudero, referente de la organización Paso a Paso Racinguista, habló para los presentes sobre la importancia de la iniciativa y fue el encargado de entregarle a Alfredo Chiodini el cheque simbólico por un valor algo mayor a los $185.000. Todo el dinero recaudado será utilizado para mejoras estructurales en el Polideportivo Jorge Camba. Por supuesto que los ganadores recibieron el merecido premio: Pablo Vega (18’18’’) y Pamela Di Sanzo (23’02’’) fueron los primeros en sus respectivas categorías en una actividad en la que el verdadero vencedor fue Racing.

Tan grato fue el momento que nadie se quería retirar de un estadio al que solamente le faltó el fútbol. La Academia vivió un domingo sin la pelota pero con todo el amor de los que se acercaron a formar parte de una gesta que, en su segunda edición, fue nuevamente un éxito.