El Club

Catalán, Messi y la inmensidad

Domingo 20 de Mayo de 2018
En el Estadio Mineirão, inaugurado en 1965, entran más de 60.000 personas. Ahí se consagró Racing campeón de la Supercopa 1988. Ahí gritó el mejor jugador del mundo para que Argentina le ganara a Irán en el último mundial. Ahí jugará la Academia este martes con el objetivo de terminar primero en el grupo.
Catalán, Messi y la inmensidad
Escena 1: 18 de junio de 1988, cierre del primer tiempo. Omar Catalán corrió con toda la potencia que encontró, respiró profundo cuando la pelota le pegó en el pecho, se perfiló ante la mirada atónita de la defensa local y definió por debajo del cuerpo del arquero para que Racing empiece a saborear la sensación de ser campeón de la Supercopa.

Escena 2: 21 de junio de 2014, último instante del partido. Lionel Messi recibió por derecha con la tensión estallando, encaró como sólo lo sabe hacer él, desparramó iraníes como si fueran conos, sacó un remate cruzado que se coló contra el poste derecho del arquero y escuchó cómo la multitud gritó “Meeeeeeeessi, Meeeeeeeessi”.

La Lagoa de Pampulha, esa belleza diseñada por el arquitecto Oscar Niemeyer durante el gobierno de Juscelino Kubitschek, lo mira desde cerca. El Estadio Mineirão luce inmenso y no oculta su parecido con el Cilindro. Tampoco las grandes hazañas que se sucedieron ahí adentro. Por eso la memoria brilla con Catalán y con Messi pese al paso del tiempo. Fue inaugurado el 5 de septiembre de 1965 con un amistoso entre River y una selección mineira que terminó con un triunfo por 1 a 0 de los locales. De la fiesta disfrutaron 73.000 personas. Vladislao Cap, campeón con Racing en 1958, jugó ese día para el conjunto de Núñez. 

El nombre formal del segundo estadio más grande de Brasil es José de Magalhães Pinto, un banquero que fue gobernador del Estado de Mina Gerais entre 1961 y 1966. Magalhães Pinto formó parte de los sectores que impulsaron el golpe de Estado contra presidente João Goulart en 1964. La dictadura militar que se impuso el 31 de marzo de ese año gobernó con el apoyo de Estados Unidos hasta 1985. Remodelado en 2010, el Mineirão reabiró sus puertas en 2013 y ahí se disputaron seis encuentros del último mundial. El inolvidable 7 a 1 de Alemania a Brasil, que será recordado por generaciones, se jugó en el mismo escenario en el que el equipo de Eduardo Coudet tratará de cortar la racha de 20 años sin sonrisas en el país vecino.

En esa inmensidad con aroma a plataforma espacial, la Academia soñará con recuperarse. El toque sutil de Catalán y el bombazo fantástico de Messi ya hicieron lo suyo. Quizás, el martes a la noche pueda hablarse de una nueva marca.
 

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