Se lo recuerda por la épica, por su brazo derecho en un cabestrillo improvisado con un agujero en la camiseta de la Selección Argentina en el Estadio Azteca, la sede de la final del Mundial 1986, donde metió el primer gol ante Alemania en la victoria 3-2. José Luis Brown, fallecido en las últimas horas del lunes 12, tuvo cuna y esplendor en Estudiantes de La Plata -su mejor etapa entre los siete clubes, nacionales y extrajeros, que contaron con el primer central nacido el 10 de noviembre de 1956 en Ranchos, provincia de Buenos Aires-,  pero en Racing Club también dejó huella a despecho de su corto paso.

Llegó para la temporada 1989-90, en una carrera contra el tiempo y una lesión crónica en una rodilla, con el objetivo de reinsentarse en un seleccionado que se preparaba para Italia 1990. Fueron nueve partidos con un gol (a Deportivo Mandiyú) y una participación destacada en un clásico con Independiente que terminó 1-0 con gol de Julio Olarticoechea. Después de no haber alcanzado el propósito de integrar la lista mundialista, el Tata dejó el fútbol profesional. Racing, así, fue el último eslabón en una cadena de prestigio.

A los 62 años, una enfermedad neurodegenarativa puso fin a su vida. En Racing se lo recordará siempre con cariño, por su relevancia en el fútbol argentino y su paso por la institución. A su familia, el mayor de los afectos en este momento de dolor.