El Club

Una obra de arte que vale oro

Miércoles 09 de Octubre de 2019
Hace 82 años se inauguró de manera oficial en el tercer piso de la sede social de Avellaneda el cuadro "Actividad en Barracas", de Benito Quinquela Martín y que fue donado a la institución por el mismísimo autor, en el marco de la celebración por la inauguración de las obras finales en el edificio. Todo un lujo.
Una obra de arte que vale oro
Las paredes no hablan, pero cuentan sus historias a través de lo que muestran. El silencio de las obras a veces resulta mucho más locuaz para entenderlas que la voz del más destacado orador intentando explicar su origen o sus particularidades. Racing ha reunido a través de su historia una galería de momentos memorables que sirven para entender el porque de su grandeza como institución, yendo más allá del plano estrictamente ligado a su gloria deportiva. Y en este caso, el muro que retrató por primera vez con su majestuosidad un hecho sin precedentes hace más de ocho décadas, lo sigue enseñando de manera perpetua hasta el día de hoy, en lo que resulta ser un reflejo más que claro a la hora de admirar la grandeza de nuestro club. 

"Acabamos de exponer a la admiración pública, en uno de nuestros salones, una obra del eximio pintor argentino don Benito Quinquela Martín, que honrará las paredes de nuestra casa, que ha sido donada por su autor". El extracto tomado de la página 31 perteneciente a la Memoria y Balance General de 1937 explica en pocas lineas un acontecimiento extraordinario, que se enmarcaba sin embargo dentro de una sucesión de hechos grandiosos que sucedían por aquellos días en la sede social académica, ubicada en el corazón de Avellaneda.

Corrían finales del año 1937 y en Racing todo estaba listo para una fiesta. Luego de cuatro años ininterrumpidos de trabajo, las obras realizadas habían superado escollos temporales, vaivenes económicos y distintas presidencias, con la única ambición común del progreso sostenido de la institución, que se apoyaba no solo en su crecimiento como fenómeno de masas en base al fenómeno futbolístico, sino también como todo un faro de referencia para la ascendente masa societaria que veía al club como una usina de actividades sociales que iba más allá de los gritos por los goles domingueros. Fue de este modo que a principios de octubre de 1937 se inauguraron de manera formal las últimas obras que le mostraron al país y al mundo la nueva y moderna sede social que la Academia ostentaba a partir de ese momento.

Y tamaño acontecimiento no merecía honores menores, ni festejos que escatimaran la algarabía que significaba en ese entonces un logro de semejante envergadura, tanto para los dirigentes, como para los representantes del club y en especial para todo el pueblo racinguista. Fue por eso que desde la Comisión Directiva, presidida por el Dr. Antonio Salustio, se planificaron festejos que se extendieron por casi una semana y que fueron orientados a que todo el mundo pudiera acercarse hasta el flamante edicificio ubicado en la Avenida Mitre para celebrar una alegría que se sonreía en blanco y en celeste.

En el marco de las mencionadas celebraciones pero lejos de la música, las aglomeraciones populares y el eco periodístico de los medios de la época, un personaje apareció casi en silencio por Avellaneda con el convencimiento que le daba el tamaño de su obra y la satisfacción personal de querer entregar parte de su legado artístico para que perdurara en la nueva casa de todos y de todas las racinguistas. Fue así que Benito Quinquela Martín, uno de los pintores más populares del país, en su etapa ya madura y de artista consagrado, se acercó hasta la inaugurada sede para ofrecer un gesto sin igual para con la institución: donar una obra suya para que estuviera presente en el edificio del club de cara a la posteridad.

"Actividad en Barracas" es el nombre del obra creada por el artista, que fue descubierta de manera oficial a la vista del mundo académico el sábado 9 de octubre de 1937 en el Salón de Actos del tercer piso de la sede. El cuadro, de siete metros de ancho por cuatro de alto, "registra uno de los típicos motivos del riachuelo, expuestos con riqueza de colorido y originalidad, como campean en todas las obras del distinguido pintor", se afirma con detalle en otro extracto de la Memoria y Balance de ese año, que hoy se encuentra en el Archivo Histórico racinguista gracias a la donación de una socia. Cuenta la crónica de la época que al anunciarse la inauguración de la pintura por parte del Secretario del club, Alberto Silva (hijo), toda la concurrencia presente emitió una serie de aplausos que premiaron de manera cálida al pintor. Pero Quinquela Martín no estaba allí.

La foto que ilustra esta nota y que remite a la publicación oficial de Racing del 37, muestra a Benito junto a su creación en el impoluto salón de la sede. Pero fue tomada antes de la inauguración por expreso pedido del artista. Es que a Quinquela Martín no le gustaban las aglomeraciones. Su modestia y su perfil bajo eran inversamente proporcionales a lo que podía hacer con un pincel y una espátula. Fue por eso que solicitó de manera tajante el no formar parte de la mencionada ceremonia. Y más allá de lo poco usual del pedido, los dirigentes académicos decidieron respetarlo, a pesar del deseo generalizado de entregarle un reconocimiento público ante una obra de tal magnitud. Pero no hubo caso. Quinquela Martín no estuvo ahí.

Lo que si estuvo, está y estará por siempre presente más allá de su trabajo, es el gesto que lo enaltece ante la institución y que lo hace merecedor del respeto eterno por parte de cualquier racinguista: Quinquela Martín donó de manera íntegra a Racing la obra que realizó para la sede. La dirigencia fue la encargada de recurrir a él, debido a que se buscaba un cuadro que valorizara artísticamente el espacio que estaba próximo a inaugurarse. Cuando se contactó al pintor, se le otorgaron las intrucciones pertinentes referidas a la disposición del lugar y a las medidas buscadas, mientras que el tema se dejó a libre elección del profesional. El oriundo de Buenos Aires aceptó, pero impuso como única condición la donación de su trabajo al club, desestimando de esta forma la suma de dinero que la institución ya había convenido pagarle por sus servicios. Desde Racing se aceptó el pedido, pero se convino abonar los gastos de materiales que originara la ejecución y colocación de la obra.

El trabajo que Quinquela Martín le legó en su momento a la institución no tiene precio. El pintor así lo decidió y desde el club se accedió a su voluntad. El día de la inauguración, cientos de hombres y mujeres presentes en el Salón de Actos aplaudieron a más no poder al artista, a pesar de no poder verlo, al igual que al gesto sin precedentes que éste había tenido para con Racing, a pesar de no ser hincha de los colores académicos. Y como desde la institución no podían dejar pasar la chance de demostrarle de alguna manera su emoción y admiración al aclamado realizador, cuando tuvieron la oportunidad no la dejaron pasar. Es que el pintor si estuvo presente en una cena junto a las autoridades académicas y a otros invitados, que se realizó más tarde ese mismo sábado 9 de octubre.

Fue de esta manera que en un momento de la velada, el presidente Salustio tomó la palabra y en una parte de su discurso se refirió al valor de lo hecho por Quinquela Martín, así como a un gesto de oro por parte del club, que buscaba estar al menos a la altura desde lo simbólico de otro que no tenía precio. "Acabamos de exponer a la admiración pública, en uno de nuestros salones, una obra del eximio pintor argentino don Benito Quinquela Martín, que honrará las paredes de nuestra casa, que ha sido donada por su autor. Dada la proberbial modestia de este excelso artista, no ha querido, deliberadamente, estar presente en el momento de descorrer el lienzo, pero ahora, que lo tenemos aquí en esta mesa, honrándonos con su presencia, voy a hacerle entrega, como prueba de agradecimiento del Racing Club por su desinteresado concurso, de una medalla de oro, que espero la guardéis con el mismo fervor con que nosotris cuidaremos vuestra obra maestra, que engalana y espiritualiza nuestro ambiente".