El Club

Unidos por el príncipe

Viernes 12 de Junio de 2020
Miguel Gomis, formador de Diego Milito y actual Coordinador General de Fútbol Amateur, y Mostaza Merlo, su DT en el título del Apertura 2001, le contaron a la web oficial del club cómo fue el origen del ex delantero en la Academia y su consagración como profesional. En el día del 41° cumpleaños del 22, nada mejor que conocerlo a fondo. 
Unidos por el príncipe
Eslabones de una cadena preciosa, a Miguel Gomis y Reinaldo Carlos Merlo los une la devoción por Diego Milito, un encantamiento sin artificios, amor a primera vista construido por las cualidades del delantero que, de chico, mostraba mucho más que insinuaciones de su destreza.

A Gomis habrá que agradecerle su insistencia por haberle dado al Príncipe un territorio donde edificar su dominio. Porque el actual Coordinador General de Fútbol Amateur recuerda aquellos días de finales de la década de 1980, cuando “Mirta, la mamá de Diego, lo trajo a Monte Inglés, que era el lugar donde se entrenaban las Infantiles, mucho antes del Predio. Yo trabaja con Cacho Salazar y andábamos buscando un delantero para la categoría 79. Un primo de Diego jugaba en Inferiores y me había hablado de él, así que preparamos la prueba y enseguida vimos que tenía muy buenas intenciones de juego. Cuando uno observa a un chico de 9 años, como tenía entonces Diego, busca detectar eso. Y Diego sobresalía”. ¡Marche un fichaje!

Lo que en Infantiles fue un tránsito fluido, empezó a trabarse en Novena. Luces de alarma y stop en Octava. “Ahí Diego quedó libre y al poco tiempo yo me fui de Racing. Pero a los seis meses asumió Jesús Martínez como Coordinador y yo regresé. Cuando vi que Diego no estaba, le comenté a Jesús que había que recuperarlo, pero temíamos que hubiera fichado en otro club”, rememora Gomis, quien tuvo paciencia y ejerció persuasión para pavimentar el camino del retorno de Milito.

“Hablé con Jorge, el papá, y le pedí permiso para pasar por su casa para charlar con ellos. Lo recuerdo a la perfección: Diego estaba estudiando en el comedor, me escuchó, pero me dijo que no estaba convencido de volver porque se veía fuera de forma. Le pedí que me tuviera confianza, que con entrenamiento se iba a poner bien. Por suerte, unos días después, Jorge lo llevó a la cancha auxiliar del Cilindro, donde lo esperábamos para arrancar otra vez”.

Y ya no se fue… Liga Metropolita, Inferiores de AFA, titularidad en Séptima, goles -muchos-, lugar en Cuarta con edad de Quinta, campañas que lo aproximaron a vueltas olímpicas en la cantera. “Ya de muy chico mostraba muchas cualidades técnicas, pero más que eso, lo que lo distinguía era la inteligencia para jugar. Parecía un jugador de experiencia porque sabía por dónde moverse para sacar ventaja. Diego siempre entendió el juego”, cierra Miguel, para quien 1979 siempre generará una conexión especial: “El año en que nació Diego yo llegué a Racing por primera vez”. El primer engarce destellaba…
 

Gomis detectó, de inmediato, las cualidades que ya se adivinaban en aquel pibe que se probó en Racing a los 9 años. Y Merlo reforzó esa impresión con un pronóstico que fue un pleno: "Tiene todo para triunfar en Europa", había anticipado a principios de este siglo.



El segundo lo moldeó Mostaza Merlo a despecho de urgencias y temores de Promoción. Porque el lastre de puntos escasos acumulados en 2000, demandaba una cosecha inmediata en el Torneo Clausura 2001, el primero a cargo del técnico que, a fin de ese año, se levantaría como estatua. 

Con algo más de un año en Primera (había debutado el 11 de diciembre de 1999, en Santa Fe, ante Unión), Milito provocó en Merlo el mismo efecto que, de pibe, había generado en Gomis.

“Por supuesto que sabía quién era y todo lo que podía dar. En aquel Clausura 2001 estábamos obligados a sumar mucho para evitar la Promoción, donde teníamos casi un mano a mano con Argentinos. Diego fue clave en toda la campaña. Lo que significa Milito lo resumo en un solo partido, con Colón, en Santa Fe, tres fechas antes del final. Fue un sábado a la noche y él la había pasado mal por un fuerte estado gripal. Llegó a tener 40° de fiebre, pero ni pensó en bajarse del equipo. Yo le pedí al médico que le hiciera bajar la temperatura porque pensaba que Diego podía llegar a jugar unos 20 minutos. La verdad, fue un partido durísimo, tuvimos bajas y Colón nos llegó mucho. Perdíamos 1-0 y Diego entró para jugar los últimos 20 minutos. Metió un golazo desde afuera del área, enganchando desde la izquierda al medio, y conseguimos un punto clave. Diego era capaz de eso”, cuenta Merlo.

En la radiografía del 22, Mostaza le da vigencia a lo que afirmaba a principios de este siglo: “Siempre dije que en muchas cosas me hacía acordar a Francescoli. Usaba los dos perfiles, manejaba muy bien la pelota y podía retroceder para asociarse, se entrenaba siempre al máximo y era 100% profesional. Nunca se quejó cuando yo tuve que meter rotación por la exigencia física en el fin de la campaña del Apertura 2001. Está entre los mejores jugadores que me tocó dirigir. Siempre lo elegiría para mi equipo”, añade. Y todavía se ríe de los que señalaban, dos décadas atrás, que Milito se nublaba en la zona de gol: “Era cuestión de tiempo, de que se afirmara y ganara experiencia. Diego tenía mucha clase y, lo más importante, era que llegaba con mucha facilidad al área rival, en combinaciones o de manera individual”, se complace con el acierto Mostaza, que también metió un pleno con su predicción acerca del enorme futuro europeo que esperaba por Milito.

“Imaginaba que iba a ser figura porque tenía las cualidades para destacarse en dos de las mejores ligas de Europa, como en Italia y España. Allá mejoró su cabezazo y ganó todo. Está en la historia de un grande como Inter. Eso dice todo lo que fue como futbolista”, evoca Merlo. Y se queda con ganas de algo más: “A Diego le deseo el mejor cumpleaños. Y le digo que lo quiero mucho”. Nosotros también, Mostaza…