Efemérides

Ídolos académicos: Vicente Zito, la manía de gambetear

Miércoles 26 de Julio de 2017
Su arribo en 1933 al club despertó el entusiasmo de los hinchas. La descosión en una delantera que no fue campeona pero que no olvidó nadie durante décadas. Racing no lo olvida a 28 años de su partida. 
Ídolos académicos: Vicente Zito, la manía de gambetear
Primera verdad que está clara: la historia no empezó ayer. Segunda verdad indiscutible: la historia merece ser contada. Tercera verdad irrefutable: es fundamental conocer la historia para saber quién es uno y hacia dónde va uno. Racing, con 114 años de vida, con un pasado repleto de gloria, tuvo a lo largo de tantos años símbolos que forjaron la identidad del club, que desataron el amor de multitudes y que le entregaron la grandeza de la que todavía hoy disfruta. Por eso, como homenaje respetuoso, como saludo eterno, se los recuerda en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias. 

Son muchísimos lo que lo aseguran: la gente venía a ver a Racing para disfrutar de su magia. Lo confirman quienes lo vieron moverse por el césped que su fantasía con la pelota en los pies dejaba atónitos a los contrarios y arrancaba aplausos de los cuatro costados. Lo comentan quienes lo vieron jugar que su sociedad con Enrique el Chueco García era una usina de fantasía que paralizaba a los contrarios y que le daba brillo a todas las actuaciones académicas. Todos, absolutamente todos, afirman que resultaba imposible olvidarse de Vicente Zito cuando se observaba semejante talento. Crack de cracks, la Bordadora jugó 208 partidos y convirtió 73 goles con la camiseta académica entre 1933 y 1944.   

El 25 de noviembre de 1912, en la ciudad de Quilmes, Zito nació, aunque él no lo supiera, con magia en sus pies. En sus inicios, vistió la casaca de Sportivo Alsina y, a los 16 años, mostraba ráfagas de todo lo que podía dar en la Cuarta de Quilmes. Ahí debutó en Primera hasta que Racing lo contrató. El 23 de abril de 1933 hizo su estreno en la Academia en una goleada por 4 a 0 ante Huracán y, según cuenta la leyenda, ese mismo día Natalio Perinetti lo definió como el sucesor del mítico Pedro Ochoa. Algo de razón había en esa supuesta afirmación: a partir de ahí, y durante más de una década, se transformó en un símbolo de ese equipo que se quedó con las ganas de obtener el título local. 

La Bordadora, apodado de esta forma por su relación umbilical con la pelota, tuvo el honor de marcarle a Independiente en tres clásicos consecutivos: el 19 de diciembre de 1937, el 19 de junio de 1938 y el 31 de octubre de 1938 se dio el gusto de gritarle al rival de toda la vida. Además, participó de esa inigualable racha de tres encuentros en los que la Academia venció a Platense por 8 a 2, a Estudiantes de La Plata por 8 a 2 y a Lanús por 8 a 1. Cuando se marchó del club, siguió jugando en Atlanta y, ya más grande, desparramó sus últimos destellos en Argentino de Quilmes. 

Zito falleció el 26 de julio de 1989, a los 77 años. Su estampa perdura todavía hoy en el Cilindro y Racing lo recuerda a pura gambeta.