Efemérides

Pedro Ochoa, siempre un fenómeno

Jueves 06 de Septiembre de 2018
Era un verdadero genio de la gambeta. Se ganó así la admiración de Carlos Gardel. Ganó todo con la camiseta de la Academia. Estuvo en el club entre 1917 y 1931. En un nuevo aniversario de su partida, Racing lo recuerda con cariño.
Pedro Ochoa, siempre un fenómeno
Las canchas hablaban de Ochoa. La gente hablaba de Ochoa. Y era lógico: los hinchas, porque disfrutaban con su gambeta endiablada; y los rivales, porque no sabían cómo hacer para sacarle la pelota. Ochoa se sacaba adversarios de encima con la misma facilidad con la que tiraba paredes con el compañero más cercano. Siempre, por supuesto, con la pelota pegada a su botín derecho. Nacido el 22 de febrero de 1900, este entreala derecho brilló en el club entre 1917 y 1931. Durante esos años, se cansó de conseguir títulos con la camiseta celeste y blanca (1917, 1918, 1919, 1921 y 1925) y fue una pieza insustituible en el equipo que logró el primer heptacampeonato en la historia del fútbol argentino.

El Rey de la Gambeta, como se lo conocía en aquel entonces, debutó en Primera a los 16 años y, más allá de que le costó adaptarse, terminó ganándose un sitio en el once inicial que era reconocido en el plano local y en el internacional por su gran nivel. En el amateurismo, pese a no ser goleador, convirtió 91 tantos; y, en el profesionalismo, alcanzó a disputar 5 encuentros y a marcar 2 conquistas. Estratega creativo, referente del clásico estilo criollo, integró la Selección en varias oportunidades y fue parte del plantel que conquistó la Copa América de 1927. Su socio principal en todo ese período fue, sin lugar a dudas, Natalio Perinetti, con quien se entendió a la perfección por la banda derecha.
  
Entre todas las particulares que giran en torno a este mito popular, quizás la más importante sea el aprecio que Carlos Gardel le tenía. “Ser como Ochoíta, el crack de la afición”, escribió el símbolo máximo del tango en “Patadura”, una de sus obras más famosas. Aunque no queden registros fílmicos de sus actuaciones, no resulta difícil imaginarse lo bien que jugaba este señor que se peinaba con gomina hacia atrás y que se adueñó de la casaca número ocho. Por algo, el Zorzal Criollo, habiendo tantos futbolistas en la época, lo eligió para expresar su admiración. 

Un día como hoy, pero en 1947, Ochoa pasó a la eternidad en la ciudad bonaerense de Tandil. Por eso el honor de recordarlo en este fecha.