Efemérides

Estampa de Gardel

Lunes 24 de Junio de 2019
Hincha de Racing desde la cuna, es sin dudas uno de los grandes íconos de la cultura nacional. Siempre llevó a la Academia en la sangre. Perdió la vida el 24 de junio de 1935 en un accidente aéreo.
Estampa de Gardel
Racing y Carlos Gardel caminan de la mano pase lo que pase. Identidad tatuada en lo más profundo de su corazón, la Academia fue una potente pertenencia en la vida de quien resultara una figura universal de la música argentina por lo hecho en las primeras décadas del Siglo XX. El Zorzal Criollo falleció el 24 de junio de 1935 en un accidente aéreo en la ciudad colombiana de Medellín. Le regaló al planeta para la eternidad, además de su estampa de caballero, además de su vozarrón inigualable, el tango Patadura, una letra bien celeste y blanca que todavía da vueltas por el Cilindro: “Y ser como Ochoíta, el crack de la afición”. Ochoíta, claro está, era Pedro Ochoa, crack de los primeros años de la historia del club.

Tan inmensa es la imagen de Gardel que todos creen saber donde nació: los uruguayos afirman que es oriundo de Tacuarembó y los franceses no se cansan de repetir que su mamá lo parió en Toulouse. Pero lo único cierto es que vivió en Buenos Aires desde chiquito, que se nacionalizó argentino en 1923 y que siempre estuvo enamorado de Racing. De ahí viene su amistad y su reverencia hacia Ochoa, parte del primer equipo desde 1916 y dueño de una gambeta capaz de lograr que el Zorzal Criollo hiciera vibrar sus cuerdas vocales para que el mundo se enterara de semejante talento futbolístico. 
 
Gardel, figura determinante en la historia del tango, ídolo popular como pocos en este país, grabó cerca de 800 canciones de diversos géneros musicales y filmó más de una decena de películas, entre ellas Las luces de Buenos Aires, El día que me quieras y Tango bar. Pero siempre, en cualquier circunstancia, la voz que fue registrada en 2003 por la Unesco en el programa Memoria del Mundo, para que pasara a integrar la lista de patrimonios de la humanidad, encontró huecos para disfrutar del fútbol. Por ejemplo, en 1928 compartió unos días junto a la Selección que viajó a los Juegos Olímpicos de Amsterdam y, además, fue varias veces a ver al Barcelona para acompañar a sus amigos José Samitier y Ricardo Zamora, dos grandísimos jugadores del club catalán.

Gardel permanece en el recuerdo de todas y de todos con la certeza de que jamás será olvidado. Su enorme talento luce presente en las melodías que todavía dan vueltas por el Cilindro y su estampa, bonita, joven e inolvidable, se sostiene de pie en la estatua emplazada en la Platea A.