Efemérides

Boyé, ese tiro atómico que valió un tricampeonato

Domingo 21 de Julio de 2019
Hoy se cumple un nuevo aniversario de la partida física de Mario Boyé, el sensacional delantero que brilló con la camiseta de club y gracias a cuyo gol Racing se alzó con su tercer campeonato al hilo en 1951. La Academia recuerda una vez más a uno de los ídolos responsables de nuestra grandeza deportiva.
Boyé, ese tiro atómico que valió un tricampeonato
Primera verdad que está clara: la historia no empezó ayer. Segunda verdad indiscutible: la historia merece ser contada. Tercera verdad irrefutable: es fundamental conocer la historia para saber quién es uno y hacia dónde va uno. Racing, con 116 años de vida, con un pasado repleto de gloria, tuvo a lo largo de tantos años símbolos que forjaron la identidad del club, que desataron el amor de multitudes y que le entregaron la grandeza de la que todavía hoy disfruta. Por eso, como homenaje respetuoso, como saludo eterno, se los recuerda en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias. 

La pelota viaja con toda la potencia, con toda la dirección y con todo el corazón para incrustarse justo allá, justo en el ángulo, justo donde las manos de Manuel Graneros no pueden llegar. Es el 5 de diciembre de 1951 y el Viejo Gasómetro explota de gente porque se juega el segundo partido de la definición del certamen. En el primer encuentro, disputado en el mismo estadio cuatro días antes, habían empatado sin goles los dos mejores equipos de ese año. En esta cita decisiva, todo iba muy parejo hasta que Mario Emilio Heriberto Boyé pateó desde 35 metros, puso el balón bien lejos del alcance del arquero y le dio a Racing, que venía de coronarse en 1949 y en 1950, el gol con el que consiguió el triunfo y el tricampeonato. 

¿Quién mejor que el propio protagonista para explicarlo? “El gol a Banfield en la final de 1951 fue el más importante de mi carrera. Todos querían que ganaran ellos y yo se la clavé en el ángulo a Graneros”, dijo el potente delantero, nacido el 30 de julio de 1922 en el barrio porteño de Colegiales, cuando fue consultado sobre el valor de semejante conquista. De ahí en adelante, gracias a ese mítico zapatazo, gracias a compartir la ofensiva con Norberto Méndez, con Rubén Bravo, con Llamil Simes y con Ezra Sued, se ganó con absoluta justicia un lugar en las páginas más gloriosas de la historia del club. 

Después de haber estado en Boca ocho años -debutó en Primera División en 1941-, Boyé pasó por el Genoa italiano y por Millonarios de Colombia y regresó a la  Argentina en 1950 para vestir la casaca blanca y celeste. El Atómico, así lo apodaban por la fuerza de sus remates, hizo su estreno en la Academia el 2 de abril de 1950 en una victoria por 2 a 0 ante el Xeneize, disputó en total 84 partidos y marcó 33 tantos. Jugó por última vez para Racing el 30 de agosto de 1953 y se marchó a Huracán con dos títulos en el bolsillo.

Hoy se cumplen exactamente 27 años de su partida y todo Racing Club lo recuerda con los honores que acumuló luciendo esta gloriosa camiseta. Por que esa es la manera de homenajear y de mantener vigentes a los ídolos que han ayudado a construir la gloria de nuestra institución. Y en este caso, además, resulta la forma ideal de seguir recreando, como si el tiempo no hubiese transcurrido, la potencia de sus remates por el sector derecho de la cancha. Y, por supuesto, de continuar gritando una y otra vez por esa pelota que todavía se sigue clavando en el ángulo.