Efemérides

Della Torre, el pecho bien inflado de blanco y celeste

Miércoles 31 de Julio de 2019
Impasable en la última línea racinguista durante más de media década, se transformó en la referencia de un equipo que quedó en la memoria de la hichada, a pesar de no haber podido cosechar ningún título. Años más tarde tuvo su revancha en el club y pudo levantar el trofeo en 1958 como entrenador. Otra referencia ineludible dentro de nuestra historia.
Della Torre, el pecho bien inflado de blanco y celeste
Primera verdad que está clara: la historia no empezó ayer. Segunda verdad indiscutible: la historia merece ser contada. Tercera verdad irrefutable: es fundamental conocer la historia para saber quién es uno y hacia dónde va uno. Racing, con 116 años de vida, con un pasado repleto de gloria, tuvo a lo largo de tantos años símbolos que forjaron la identidad del club, que desataron el amor de multitudes y que le entregaron la grandeza de la que todavía hoy disfruta. Por eso, como homenaje respetuoso, como saludo eterno, se los recuerda en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias. 

No siempre es necesario acumular trofeos para volverse una figura. No siempre se precisa ganar y ganar y ganar para ser recordado con el paso de los años. José Della Torre es uno de esos casos que marcan que en el fútbol importa ganar pero que importan más cosas que ganar. Nacido el 23 de marzo de 1906, este defensor central jugó en el club entre 1926 y 1933, fue uno de los referentes de la transición del amateurismo al profesionalismo y nunca pudo consagrarse campeón. Sin embargo, pese a esa espina que le quedó clavada, fue muy querido por la gente, que valoraba su entrega, su firmeza y su categoría para moverse en la última línea.

No se puede contar la historia de Della Torre en Racing sin narrar también la de Fernando Paternoster, otro símbolo de la zaga celeste y blanca. Pechito, así lo apodaban, llegó a Avellaneda después de pasar por Sportivo Balcarce y por San Isidro y reemplazó a Adolfo Zumelzú. Enseguida hizo buenas migas con su compañero y juntos conformaron una sociedad muy difícil de superar para las delanteras contrarias. Durante temporadas enteras, los dos se ocuparon de ofrecer garantías para que los demás futbolistas fueran para adelante con la tranquilidad de saberse respaldados. 

Por su gran rendimiento, Della Torre fue convocado a la Selección y estuvo en el plantel que disputó el Mundial de 1930, donde Argentina logró el subcampeonato tras perder la final con Uruguay por 4 a 2. Además, participó del primer encuentro de Racing en el profesionalismo, que fue con victoria sobre Platense por 5 a 1. Luego de retirarse, regresó a la institución para obtener, ya como entrenador, el torneo de 1958 y para terminar de transformarse en una figura inolvidable para la posteridad.

Hoy, justo hoy, se cumple un nuevo aniversario de su fallecimiento. El 31 de julio de 1979, cuando tenía 73 años, Pechito murió con la misma entereza con la que jugaba. Va por esta vía el sentido homenaje de toda la hinchada académica, que continúa disfrutando de las imágenes que lo ubican parado con solidez en el borde del área.