Efemérides

El primero de todos los laureles

Martes 28 de Diciembre de 2021
En los albores de la institución y a sólo diez años de su fundación, se comenzó a forjar adentro de la cancha el camino hacia el legendario heptacampeonato junto al indiscutido mote de la Academia. Un 28 de diciembre de 1913 y gracias a una victoria ante San Isidro con dos goles de Alberto Ohaco, Racing Club obtuvo su título inaugural en la Primera División.
El primero de todos los laureles
Nunca está de más el recordar el siguiente detalle que no es para nada menor: Racing Club cuenta en su haber con 118 años de vida de una riquísima historia y un pasado repleto de gloria. Y como eso ya es sabido, es también irrefutable el hecho de que luego de tantas jornadas a lo largo del tiempo fueron construidas por una larga lista de galería de símbolos que forjaron la identidad del club, desataron el amor de multitudes y le entregaron a nuestra institución la grandeza de la que todavía hoy disfruta. Nuestra historia no empezó ayer y merece ser contada, ya que es fundamental conocerla para saber quienes somos y hacia dónde vamos. Por eso, como homenaje respetuoso y como saludo eterno, se recuerda a éstos grandes en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias. Ayer, hoy y siempre.

Nadie imaginó que ese momento puntual sería el puntapié inicial de una gesta imborrable. Racing, que todavía no era la Academia, había disputado solamente dos temporadas en la máxima categoría del fútbol argentino cuando comenzó a ganar imparablemente. El ascenso de 1910 se había logrado tras vencer por 2 a 1 a Boca y, luego de adaptarse a las nuevas exigencias deportivas, asomó un grupo de jugadores que le dio al club todo el brillo y toda la gloria necesaria para comenzar a marcar una época. El primer paso de esa construcción que derivó en el heptacampeonato tuvo lugar el 28 de diciembre de 1913. Gracias a un triunfo por 2 a 1 frente a San Isidro con dos tantos marcados por la gran figura de aquel entonces, el mítico Alberto Ohaco, el cuadro de Avellaneda obtuvo el título de Primera División y comenzó a demostrar su hegemonía a nivel nacional. 

La campaña fue notable. De principio a fin. El plantel de blanco y celeste jugó 20 partidos, de los cuales ganó 17, igualó uno y perdió dos. Convirtió la impactante cifra de 52 goles y le marcaron únicamente siete. En la fase regular, Racing compitió en la Zona A y terminó en el primer lugar, encima de River y de Platense. Justamente ante River debió disputar un duelo de desempate por un sitio en la final: hubo goleada por 3 a 0 y pasaje a la instancia decisiva. La categoría de Alberto Ohaco apareció en los momentos adecuados para permitirle al equipo abrazarse por primera vez en la historia con la gloria que significa ser el mejor de todos. 

El conjunto racinguista fue tan superior a sus adversarios que hilvanó nueve goleadas a lo largo del certamen. La más abultada fue el 6 a 0 a Banfield en el debut. Pero, además, hubo consagración en la Copa de Honor al ganarle por 3 a 2 a Nacional. Los protagonistas de semejante alegría son inolvidables e indiscutibles dentro de la galería de leyendas de nuestra institución: Carlos Muttoni, Saturnino Ochoa, Armando Reyes, Ricardo Pepe, Francisco Olazar, Ángel Betular, Juan Ohaco, Raúl López, Pedro Etchegaray, Alberto Ohaco, Alberto Marcovecchio, Juan Hospital, Juan Viazzi y Juan Perinetti.

Artífices de un recorrido lleno de grandeza e iniciadores de un camino de gloria deportiva que se mantiene vigente hasta nuestros días, hoy el club se pone de pie para recordarlos una vez más con orgullo y con pasión. Ellos fueron quienes marcaron el camino que nos llevaría pocos años después de ese primer campeonato a ser considerada por siempre como la Academia del fútbol argentino. Gracias eternas.