Efemérides

El marqués de la Academia

Lunes 12 de Septiembre de 2022
Fue uno de los grandes futbolistas que pasaron por Racing e integró junto a un grupo de figuras sin igual los planteles que obtuvieron los campeonatos en 1958 y en 1961. De cabezazo letal y jerarquía determinante frente al arco rival, se erigió como el máximo goleador a nivel nacional de los torneos del 59, 60 y el 62. Aplausos eternos para Rubén Sosa.
El marqués de la Academia
La afirmación resulta tan obvia como ineludible cuando se hace referencia hacia un pasado como el nuestro: Racing Club cuenta en su haber con 119 años de vida de una riquísima historia repleta de gloria. Y como eso ya es sabido, es también irrefutable el hecho de que luego de tantas jornadas a lo largo del tiempo fueron construidas por una larga lista de galería de símbolos que forjaron la identidad del club, desataron el amor de multitudes y le entregaron a nuestra institución la grandeza de la que todavía hoy disfruta. Nuestra historia no empezó ayer y merece ser contada, ya que es fundamental conocer la historia para saber quienes somos y hacia dónde vamos. Por eso, como homenaje respetuoso y como saludo eterno, se los recuerda en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias. Ayer, hoy y siempre.

“Un jugador que siempre dio todo y que fue muy feliz dentro de una cancha de fútbol”, dijo Rubén Sosa sobre sí mismo cuando alguna vez le tocó retratarse como futbolista. Goleador implacable que, según cuentan los que lo vieron jugar, mostraba una asombrosa facilidad para convertir por arriba, nació el 14 de noviembre de 1936, creció y se volvió crack andando por los potreros del barrio porteño de Coghlan. Asiduo concurrente de El Tábano, un club de barrio al que también acudían Julio Cozzi -gran arquero de Platense- y Roberto Goyeneche -símbolo del tango argentino-, su llegada a Racing se produjo en 1958. 

No a cualquiera le sucede. Pero al Marqués, como se lo conocía por su elegancia dentro del campo, sí: llegó al club y salió campeón, acompañado de Oreste Corbatta, de Juan José Pizzuti, de Pedro Manfredini y de Raúl Belén, casi inmediatamente. Ubicado como entreala izquierdo, convirtió 11 goles en ese torneo y fue, sin lugar a dudas, una de las figuras del conjunto comandado desde el banco por José Della Torre. En 1961, con una base similar a la que se consagró tres años antes, se coronó nuevamente con la camiseta celeste y blanca y colaboró otra vez con 11 conquistas. Pero, además, fue el goleador de los torneos de 1959, de 1960 y de 1962.

Estuvo en Avellaneda hasta 1964 y, en total, disputó 151 partidos oficiales. Los registros señalan que marcó 122 tantos -contando copas y amistosos- con la casaca académica. Sus rendimientos lo depositaron con absoluta justicia en la Selección: jugó el Mundial de Chile 1962 y se coronó en la Copa América de 1959. Mudado al fútbol uruguayo, estuvo en Cerro y en Nacional de Montevideo, equipo con el que enfrentó a Racing en la final de la Copa Libertadores de 1967. Según contó en alguna ocasión, le fue muy complicado jugar contra el club en el que había alcanzado la gloria. El final de su exitosa carrera fue en Boston Beacons, de Estados Unidos, y en Flandria. 

A raíz de una dificultad de salud derivada de la diabetes, el 12 de septiembre de 2008, a los 71 años, Sosa falleció llevándose su espíritu tanguero y su talento futbolístico. El club, en un gesto de agradecimiento eterno, no olvida a un jugador que dejó su sello en el Cilindro. Por eso lo recuerda una vez más en este día, como cada vez que la estamapa del Marqués aparece en la memoria colectiva de la Academia.