Fútbol Femenino

Ellas y la historia

Miércoles 11 de Septiembre de 2019
Siete jugadoras. Dos generaciones. Las de ayer y las de hoy. La misma pasión por el fútbol. La misma pasión por Racing. Y un encuentro a pura emoción en el Tita Mattiussi. 
Ellas y la historia
¿En nombre de cuántas personas se puede hablar? ¿De una? ¿De diez? ¿De la humanidad entera? Ellas hablan a nombre de ellas: cada cual a nombre de todas. Y ahí está el golazo. 

El sol pega de costado. La cancha uno del Tita Mattiussi devuelve un césped luminoso. Se sientan en ronda. Son siete. Las separan décadas. Las une la pasión. “Formamos parte de la misma historia. Una historia a la que quisieron ocultar durante mucho tiempo”, suelta Florencia Romero, capitana del Racing que intentará ser protagonista del principal torneo de fútbol femenino del país. “Tuvieron que pasar muchos años y muchas peleas para que nos reconieran el derecho a jugar”, agrega Betty García, capitana del Racing que marcó una era hacia finales de los setenta al consagrarse campeón del certamen más prestigioso del momento. 

Milagros Menéndez y Natalie Juncos llegaron al club hace poco. Ambas juegan en la Selección, ambas son las cartas bravas del conjunto que dirige Antonio Spinelli y ambas miran azoradas el cuadro que les muestra María de los Ángeles Fernández: la foto de aquella formación que defendió la camiesta académica durante 10 años bajo la dirección técnica de Jorge Valverde. Escuchan muy atentas el relato que sale de la boca de Beatriz Porcel: “Nos entrenábamos varias veces por semana en la cancha auxiliar del Cilindro. Solíamos pararnos 4-2-4 y teníamos mucho potrero encima. En 1978, fuimos campeonas en Excursionistas. Le ganamos la final por penales a San Fernando”. Norma Saralegui, quien se volvió arquera una tarde en la que una compañera abandonó el puesto, la interrumpe: “No nos podía ganar nadie. Y los festejos fueron inolvidables”.

Del pasado al presente y del presente al pasado. Situaciones que se repiten -¿cada vez menos?- para ratificar que la discriminación es un hueso duro de roer. “Todas tuvimos que soportar que nos dijeran que el fútbol no era para nosotras. Es algo que lamentablemente sigue pasando pero que debe cambiar cuanto antes”, apunta Menéndez mientras acaricia la número cinco con la suela de su pie derecho. Romero se lanza en busca de la pared: “Hasta que leí el libro “¡Qué jugadora!”, desconocía muchas de las hazañas que ellas cuentan. Creo que las más jóvenes tenemos la responsabilidad de que se sepa que el fútbol femenino no nació ahora”. 

García no sólo es ex futbolista de Racing sino que integró también el plantel argentino que participó del Mundial de México en 1971. Es una de Las Pioneras. Un camarógrafo se asombra en cuanto escucha que vencieron a Inglaterra con más de 100.000 personas en las tribunas. Marta Soler y Virginia Cattaneo fueron las otras dos académicas que formaron parte de ese equipo. Pisaron el Estadio Azteca sin nada y regresaron con un hito en la espalda que el fútbol argentino demoró demasiado en poner sobre la mesa. “Me sigue molestando que el reconocimiento haya llegado después de que muchas fallecieran”, protesta García. “Ellas están presentes aunque físicamente no nos acompañen”, le responde Saralegui.  

Racing puede alardear de sus pioneras. No sólo puede: es necesario que lo haga. García, Saralegui, Fernández, Porcel, Cattaneo, Soler, Martha Benaprez, Ana María Didio, Elisa Mangone, Estela Morales, Mirta Alfonzo y Rosa Sánchez construyeron una porción de la historia que, como describe con claridad Romero, el discurso dominante decidió excluir del mapa noticioso. Pero nunca es tarde. Y menos ahora. Quizás, el mejor ejemplo sea la aparición sorpresiva de cinco jugadoras para regalarle un banderín autografiado a cada una de las cuatro homenajeadas. 

Lo demás se puede resumir en una imagen: la pelota que va y viene, los abrazos que se multiplican y el futuro que, como el césped, crece y crece luminoso.

Fotos: Paola Lara.

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