-¿Cómo decís que podemos resolver esa situación de juego?

Cae la tarde en el Tita Mattiussi y la que alza la voz para preguntar es Florencia Romero, la capitana de la Academia. En ronda, la escuchan sus compañeras, el técnico Antonio Spinelli y dos invitados de lujo: Marcelo Díaz y Matías Rojas. Es justamente el mediocampista chileno el que agarra de golpe la pizarra, borra lo que estaba dibujabo y empieza a detallar los movimientos de lo que considera una salida ideal. Sobre una de la canchas de césped sintético, se habla de presión, de búsqueda del espacio, de movimientos para distraer y de la basculación necesaria para no descuidarse. O sea, todas y todos se zambullen en lo que les sacude el corazón: el fútbol.

Díaz y Rojas se calzaron los botines, escucharon las indicaciones y participaron de una práctica particular debido a que, por las elecciones nacionales, ninguno de los dos equipos competirá el próximo fin de semana. La pelota funcionó como un hilo conductor para empezar a construir confianza. A uno o a dos toques, se encontraron en el lugar en el que unas y otros son felices. Después llegó la primera ronda. Rojas rompió el silencio: “Es muy importante la comunicación entre ustedes. Y también que no dejen nunca de disfrutar de los entrenamientos. Quienes jugamos sabemos lo que se sufre cuando nos lesionamos”. Díaz, bien suelto a la hora de expresarse, puso el énfasis en las sugerencias puntuales sobre cómo perfilarse, cómo controlar y cómo leer la jugada antes de que ocurra.

Lo mejor sucedió en el ensayo táctico. Ahí fue que Romero preguntó, que Milagros Menéndez discutió sobre el modo de iniciar el juego desde el fondo y que Díaz detalló, marcador en mano, la mejor manera de quebrar la presión del adversario. Superada la instancia teórica, llegó el momento de poner sobre la mesa todo lo debatido. Díaz se paró al lado de Natalie Juncos, volante central de la Selección, para analizar los pormenores del puesto. Rojas intercambió opiniones con Rocío Díaz, que se desempeña habitualmente en una posición similar. La calidad de la posesión, uno de los sellos distintivos del último campeón de la Superliga, estuvo en el centro de la escena. 

El final incluyó aplausos. Para los invitados y para las anfitriones. No hizo falta que nadie lo preguntara porque la respuesta estaba la vista: eso que pasó en el Tita Mattiussi, eso que tuvo a la pelota como protagonista, es el sentido de pertenencia. 

Fotos: Paola Lara.