El fútbol es así. Es un juego. Y como tal, siempre presenta condiciones dictaminadas por el mérito propio, pero también está supeditado a la actuación del adversario y además, todo queda envuelto por el factor lúdico del azar. Se puede ganar, empatar o perder. Y más allá de que siempre se persiga el triunfo, este no siempre queda en manos de quien lo busca. El fútbol es así. 

Los chicos de nuestra Quinta División miran el suelo y el cielo mientras sus rivales festejan. El partido por el título ha terminado en el predio que River Plate tiene en Ezeiza y que sirvió de escenario para el juego que determinó al mejor equipo de la categoría en esta primera mitad del año. Vélez ganó sin objeciones. Pero más allá de la diferencia en el resultado y de la decepción por no haber logrado el objetivo que se habían propuesto, todos los integrantes del plantel académico dejaron de lado por un instante la tristeza lógica por la derrota, para ir a recibir sus medallas y luego de eso armaron un pasillo para que los velezanos fueran de a uno a buscar tanto sus preseas como el trofeo de campeones. Una demostración cabal e inobjetable de que si bien el fútbol engloba tanto a alegrías como a tristezas por igual, los valores deportivos que sustentan al fútbol siempre deben premanecer por encima del resultado deportivo.

El partido había comenzado con dos equipos que se apoyaron en el juego que los había llevado a la instancia decisiva para buscar el gol. Cada uno con sus argumentos y su fútbol, intentaron imponer condiciones para marcar diferencias. Y pasada la primera media hora de juego, cuando la Academia se había asentado en el partido luego de momentos de dominio rival, Vélez llegó al primer gol a los 33 minutos tras un cabezazo luego de un centro por la derecha. Y tan sólo tres minutos después, llegó el segundo tanto del adversario por la vía del penal devenido de un agarrón adentro del área. Así Vélez terminó el primer tiempo arriba por dos tantos de ventaja.

Los pibes académicos salieron al complemento convencidos en poder dar vuelta la historia, pero a los cuatro de esa etapa una veloz contra de los de Liniers se convirtió en el tercer tanto del juego. Más allá de seguir en partido, la ventaja comenzó a hacerse cada vez más difícil de alcanzar. Y ante una Academia que no resignó su vocación de juego ni sus ganas de atacar a pesar de la adversidad de los números, los rivales rencontraron espacios con el correr de los minutos para convertir dos veces más y cerrar el resultado.

Racing Club formó con 1-Juárez, 2-Segovia, 3-Dávila, 4-Cuello, 5-Río, 6-Prado, 7-Sánchez, 8-Andrada, 9-Godoy, 10-Gómez y 11-García. En el segundo tiempo ingresaron 18-Castro por Sánchez, 17-Barni por García y 14-Quiroz por Río. En el banco junto al DT Molinari se quedaron 12-Munaffo, 13-Delgado, 15-Vega y 16-Sotelo.

Todos merecen el mismo aplauso. Todos son acreedores del mismo reconocimiento. Podrían haber ganado. Esta vez no se dio. Y perdieron. Pero más allá del resultado final, los pibes de Racing demostraron una entereza sustentada en valores que merecen no pasar desapercibidos . El fútbol es así, pero da revancha rápido. El próximo campeonato será la oportunidad para que los juveniles vuelvan a salir a la cancha a hacer lo que más les gusta: jugar a la pelota. Gracias por eso, chicos.

Fotos: Juan Carlos Baldovino.