La historia da múltiples motivos para el orgullo. En el caso del Vasco da Gama, el Estadio São Januário es uno de esos emblemas que construyen la identidad de quienes quieren a esa camiseta. Inaugurado el 21 de abril de 1927, significó en la época un salto de calidad para el fútbol brasilero en general porque se transformó en la cancha más notable de nuestro continente. ¿Para tanto? Un dato lo ilustra: su fachada de estilo colonial forma parte del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional del país.

El ascenso a la máxima categoría en 1923 fue el detonante para que la institución carioca decidiera emprender la construcción de una casa propia. El presidente Washington Luiz emprendió la titánica tarea pero, ni bien levantó la vista, se encontró con el compromiso de miles de hinchas que aportaron recursos y tiempo para edificar el que sería el hogar del club a partir de ese momento. Menos de 12 meses demoraron en poner de pie un verdadero coloso que recibió el nombre de una de las calles aledañas.

“Tiene muchas similitudes con un teatro y está repleto de detalles arquitectónicos de la década del veinte. Parece chico pero el complejo cuenta con una pileta y con un centro de entrenamiento. Además, están las oficinas administrativas y un sector destinado a la exhibición de los trofeos del club”, aseguran quienes tuvieron la posibilidad de caminar por dentro del perímetro. 

São Januário, que posee capacidad para más de 21.000 espectadores, fue finalmente inaugurado en un amistoso ante Santos que acabó en derrota por 5 a 3. El primer gol lo hizo Evangelista. Según la información oficial, fue el estadio más grande de América del Sur hasta 1930; el más grande de Brasil hasta 1940; y el más grande de la ciudad hasta 1950. La Selección argentina disputó el primer encuentro internacional que tuvo lugar ahí: fue caída ante los locales por 5 a 1.

Con forma de barco, en honor a la tradición de los inmigrantes portugueses que le dieron origen al club, São Januário no tiene tribuna detrás de uno de los arcos, lo que lo vuelve todavía más particular. Ahí, en ese sitio enclavado en el barrio Vasco da Gama, Racing intentará arrimarse un poquito más a los octavos de la final de la Copa Libertadores.