Lo hizo como si no estuviera entrando en la historia grande del club. Aguardó por detrás de todos, leyó el momento exacto en el que debía moverse para ir en busca del centro de Iván Pillud y definió con la clase que distingue a los tocados por la varita mágica. Lisandro López convirtió el segundo de Racing ante Gimnasia a los ocho minutos del segundo tiempo y batió así un nuevo registro en su exitosa carrera: llegó a los 61 goles con esta camiseta y pasó a ser el máximo artillero de la Academia en las últimas cuatro décadas. Lo celebró con una generosidad ya clásica, abrazando al lateral que le permitió estampar su sello en un encuentro clave para continuar en soledad en la punta de la Superliga.

En la victoria ante San Lorenzo en el Cilindro, Licha había alcanzado la marca de Diego Milito, quien acumulaba en su cuenta personal 59 conquistas. En La Plata, el capitán del equipo que comanda Eduardo Coudet anotó también el tercero de penal y cerró la tarde con un número que impacta: 61 gritos en 162 presentaciones, es decir, un promedio de 0,37. Su bautismo en la red ocurrió el 10 de octubre de 2003 en un empate 2 a 2 con Lanús en Avellaneda. A partir de ese día, su vínculo con el gol se volvió una saludable costumbre.

De vigencia se trata también esto y Lisandro, además de haber sido elegido otra vez la figura de la cancha por la gente en las redes sociales de Racing, demostró con jerarquía por qué es el emblema de este plantel. Infalible delante del arco contrario, convirtió su noveno tanto en lo que va del torneo y lleva seis en las últimas seis presentaciones.

Su sueño es salir campeón y para eso trabaja día a día. Por ahora, a lo suyo puede ponérsele nombre: goleador de goleadores.