Fútbol Masculino

Es el equipo de Coudet

Miércoles 10 de Abril de 2019
El Chacho se ganó un lugar en el corazón de los hinchas. Carismático y comprometido con una idea, armó un equipo que genera orgullo y que se quedó con la Superliga gracias a una gran campaña.
Es el equipo de Coudet
El 2 de septiembre de 2018, después de ganarle a Rosario Central y de agarrar la punta de la Superliga, Eduardo Coudet habló públicamente y dijo lo que pocos se animan a decir en la cuarta fecha de un torneo: “Es una responsabilidad pelear el campeonato hasta el final. Es lo que nos queda y lo asumimos”. Pasaron 210 días desde esa declaración hasta que Racing acarició la gloria en la cancha de Tigre. En el medio, el entrenador de la Academia fue poniendo ladrillo sobre ladrillo para construir un equipo que no sólo se coronó de punta a punta sino que lo hizo sin renunciar en ningún momento a un modo particular de comprender el fútbol.

Coudet consiguió armar un equipo a su imagen y semejanza: protagonista, intenso, agresivo y decidido. Virtud entre las virtudes, logró convencer a sus futbolistas de una propuesta que tardó poco y nada en generar orgullo entre los hinchas. Con un estilo frontal y cercano a los futbolistas, se ganó el respeto de propios y de extraños en un club que muy a menudo suele quedar en el centro de la escena mediática. Se cargó la presión sobre los hombros cada vez que Racing trastabilló y ratificó, incluso en las presentaciones con menos brillo, que el estilo no estaba en discusión. Atacar y defender desde la pelota y no dejar de pensar en el arco contrario se transformaron en las premisas de un plantel que buscó construir una identidad basada en el juego.

Versión renovada del paso a paso, Coudet aseguró semana a semana que no había que pensar más allá del próximo partido. Repartió dosis de confianza para que varios de sus hombres progresaran enormemente y recibió elogios por doquier. Lisandro López, que en 2017 había estado cerca de marcharse, se erigió como líder indiscutido adentro y afuera de la cancha. Otros también reconocieron el aporte del entrenador a los rendimientos individuales que sustentaron el sólido andar del equipo. Esa comunión entre las piezas del césped y el banco de suplentes asoma como una de las razones centrales para explicar el título.

Si en Victoria, luego del empate ante Tigre, se desahogó sacándose la bufanda que funcionó como cábala, después de la igualdad con Defensa y Justicia en el Cilindro analizó el resultado como si el torneo todavía estuviera en discusión. Recién cuando terminaron los festejos se permitió celebrar en la intimidad del vestuario. Esperó a que se fueran sus asistentes, miró el trofeo de reojo y dejó fluir las emociones que contuvo a lo largo de la temporada. Fue merecido. Tanto como el grito que inundó Avellaneda en una noche inolvidable: “Es el equipo de Coudet”.
 

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