Fútbol Masculino

En mi casa mando yo

Domingo 29 de Marzo de 2020
En los últimos años Racing convirtió al Cilindro en una fortaleza inexpugnable para sus rivales, tanto del país como del resto de América. Amparado tanto en el juego como los resultados, el recorrido incluye el broche de oro coronado por los títulos y una sensación transformada en realidad: en Avellaneda la Academia está más fuerte que nunca.
En mi casa mando yo
Las épocas de antaño parecen haber quedado muy lejanas en el tiempo. Se ven borrosas al volver la cabeza hacia atrás y recordar con algo de nostalgia esas tardes o noches en las cuales ir al Estadio Presidente Perón suponía conocer de antemano el final de la aventura. La Academia iba a dejar todo en la cancha, como siempre, pero era muy probable que el partido no acabara con final feliz; ni para el equipo ni para su fiel hinchada. Y como durante muchos años ésta máxima se transformó en una verdad que casi desplazó a un segundo plano la importancia de los resultados deportivos, la realidad de los tiempos más cercanos en relación a este aspecto se ha transformado de manera diametralmente opuesta. Hoy mirar a Racing Club en su casa representa en sí misma la indescriptible sensación de siempre, pero con una sonrisa de felicidad dibujada en el rostro por saber con anticipación lo que el resultado le deparará al equipo: ganará muy seguido, empatará en menos ocasiones y no perderá casi nunca. Para aplaudirlo. Como siempre y como nunca.

El Cilindro se ha transformado en los últimos cinco años en un reducto casi imposible de batir para los adversarios de Argentina y de América que lo visitan. Antes Racing en Avellaneda podía caer ante cualquier rival. Hoy casi ningún equipo se atreve a intentar arrebatarle el partido al dueño de casa. Y más allá de que la sensación de los tiempos presentes parezca tan sólo un buen momento, está amparada en la inefable verdad que indican los números. Cimentada por las grandes campañas realizadas en los tiempos recientes por los distintos equipos que vistieron la casaca académica y reunida estadísticamente de manera minuciosa por el periodista Martín Jiménez Guerra, la realidad es una sola: en los últimos cinco años Racing Club jugó cien partidos oficiales (si se suman las presentaciones por torneos domésticos y las de copas nacionales e internacionales) y tan solo perdió diez. Un sentimiento inexplicable traducido futbolísticamente dentro de una fortaleza casi imbatible.

La curva positiva comenzó a cimentarse a partir del 2015. Y no era para menos. La Academia al mando de Diego Cocca y comandada adentro del campo por Diego Milito y Sebastián Saja venía de quedarse con el Torneo de Transición 2014, para volver a erigirse tras más de una década como el mejor equipo de la Argentina. Por eso durante el año que le sucedió al del título logrado el envión futbolístico se hizo sentir tanto fuera de Avellaneda como en casa. Y no era para menos. De este modo el equipo registró 17 triunfos en el Cilindro, 2 empates y sólo tres derrotas. Al año siguiente, primero con Facundo Sava y luego con Ricardo Zielinsky en la silla de entrenador, los números puertas adentro del hogar racinguista fueron igualmente alentadores para extender la racha: 10 victorias, 8 igualdades y de nuevo tres caídas. Y como ver a Racing en el Presidente Perón ya empezaba a transformarse en  cuyo final casi siempre era un placer, durante el 2017 el equipo solamente perdió un partido como local. Con la vuelta de Cocca como DT y la premisa de seguir creciendo en el plano doméstico como en el internacional se construyó un año completado por 12 juegos a favor y 5 en que finalizaron en tablas para nuestro equipo. Ya con el 2018 en curso los estandartes que se erigieron desde las figuras de Eduardo Coudet detrás de la línea de cal y de Lisandro López adentro del campo, alimentaron fecha a fecha la arquitectura del futuro campeón de la Superliga 18/19. Y los números de ese año no dejan lugar a dudas de tamaña afirmación si se tiene en cuenta que los racinguistas se impusieron en 14 oportunidades, empataron en 3 y cayeron nada más que en 2. Pero como aún faltaba cerrar la faena que le dio al club su decimoctava liga nacional, los números tenían que acompañar el desempeño de un equipo que a lo largo del 2019 arrasó afuera pero en especial en el Cilindro. Por eso no extrañó el registro de 9 victorias, 6 empates y una única derrota con el que Racing levantó una nueva copa. Mientras que a lo largo del presente 2020, bajo la conducción de Sebastián Beccacece, la máxima en casa no se modificó más allá de las pocas presentaciones en casa hasta el momento: 2 ganados, 2 empatados y cero perdidos, para llegar de este modo a los 100 juegos como locales en los últimos cinco años, que entregan un registro total de 64 victorias, 26 empates y sólo 10 derrotas. Cifras más que claras y que afirman que los resultados a largo plazo no son una casualidad circundante a un momento puntual, sino una construcción de los procesos de trabajo apoyados sobre una lógica que se mantiene por encima de los nombres propios.

A lo largo de los últimos años Racing Club ha logrado reafirmar con hechos puntuales la identidad que desde sus orígenes supo ostentar adentro de una cancha de fútbol y en especial, en su propia casa. Y que el Cilindro se haya vuelto a transformar en un escenario casi inexpugnable para la mayoría de los rivales que lo visitan, no es ni más ni menos que otra proeza deportiva que hace al Primer Grande más grande aún con cada día que pasa. A disfrutarla entonces con una sonrisa en el rostro y el mismo amor de siempre por nuestros colores.

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