Hay una tendencia que, a la vez, resulta una evidencia: Racing trata de imponer condiciones y, en general, lo consigue. Los ajustes que introdujo Fernando Gago se verifican en un equipo corto, que procura no dejar espacios entre líneas porque eso permite una recuperación rápida en caso de pérdida. Y también se ve que, en el uso del balón, Racing se esfuerza en prolongar la cadena de pases pero con rapidez y con cambio de dirección para que la cadencia a lo ancho derive en un rayo hacia adelante.

El prematuro gol de Alcaraz, con un exquisito tiro libre, pido haber tenido la continuidad en otro de Correa, con un cabezazo que detuvo con esfuerzo Burián. Colón, organizado, con la disciplina colectiva para cerrar caminos y lastimar con espacios, fue apenas el lanzamiento en tiro libre de Ferreira para el 1-1. Si el resultado del primer tiempo era ajeno a los sucesos de ese período, esa impresión de reforzó luego del penal (falta a Alcaraz, en otra gambeta eficaz) que Licha López no pudo convertir.

Y ni qué decir de los primeros episodios del segundo tiempo, cuando en siete minutos, los de arranque, Burián le tapó arriba un mano a mano a Chancalay y una estupenda tijera a Lisandro ejecutada a la altura del punto penal. Para aumentar la incredulidad, la maniobra siguiente provocó el segundo gol de Colón con un pelotazo desde al aérea propia que Nery Domínguez no logró controlar: Beltrán le ganó la ubicación y definió por arriba de Arias.

Con menos orden, con idéntico ímpetu, Racing jamás de dejó de buscar aunque los pelotazos a los recurrió en el último tramo del juego no representaron complicaciones.

Los 90 minutos no explican el resultado, sino que lo refutan.

Fotos: Paola Lara.