La Academia, gestada hace más de 100 años y refrendada a puro éxito -una escuela de fútbol- en los orígenes de este deporte en la Argentina, también logró ese nombre distintitvo por la calidad de sus jugadores. El concepto, por supuesto, excede el territorio de los futbolistas capaces de crear juego y definirlo con goles. Hay, y siempre será así, una estirpe que por destreza, velocidad, capacidad física y presencia desde la base defensiva, también contribuyeron una Academia que tuvo como dogma la pelota con brillo.

Federico Sacchi, fallecido este martes a los 87 años, representó dede la zona central de la defensa ese modelo de elegancia para dar siempre un pase preciso a sus compañeros, así como también para manejar la pelota de manera impecable.

Nació el 4 de septiembre de 1936 en Rosario y comenzó su carrera en Tiro Federal, antes de pasar a Newell’s en 1958. Luego, llegó a Racing en 1961, donde jugó cuatro temporadas en las que totalizó 92 partidos y marcó 12 goles. Fue una pieza fundamenta para esa Academia campeona de Primera División en 1961, donde formó dupla con Norberto Anido y consiguió destacarse a pesar de las figuras presentes como Rubén Sosa, Raúl Belén, Oreste Corbatta o Juan José Pizzuti.

En su carrera entera hizo 20 goles en sus 172 partidos, donde ganó además el campeonato de 1965, jugando ya para Boca, club en el que se retiró. Jugó en la Selección Argentina 15 partidos entre 1960 y 1965, marcó un gol y formó parte del plantel nacional que jugó el Mundial de Chile en 1962, mientras estaba en Racing.

Sacchi fue un referente para todos los defensores centrales de su época y para quienes lo sucedieron. Zagueros de la talla de Roberto Perfumo o Alfio Basile sentían admiración por él, sirviendo de espejo también para ellos. Caballero del área y también fuera de los campos de juego, fue uno de los defensores de mayor jerarquía en la Argentina, algo que aún perdura.