Fútbol Masculino

Taco, gol y victoria en Liniers

Sábado 05 de Abril de 2014
En el encuentro por la duodécima fecha del campeonato, Racing le ganó a Vélez por 1 a 0 como visitante, cosa que no conseguía desde 2002. Vietto, en tiempo de descuento, convirtió el gol de la Academia, que llegó a los 12 puntos en el torneo.
Taco, gol y victoria en Liniers
Ilusionarse no cuesta nada, y menos cuando hay un taco fantástico de por medio. Gritar no cuesta nada, y menos cuando asoma una definición lujosa que silencia a un estadio y que hace estallar de alegría a la multitud que sigue el partido desde donde puede. Porque si Liniers era una plaza difícil, donde no se festejaba desde noviembre de 2002, Racing se ocupó de tirar el maleficio por la borda cuando pocos creían que fuera posible dar semejante golpe. En una noche lluviosa de sábado, con un golazo agónico de esos que quedan en la memoria, la Academia se impuso por 1 a 0 sobre Vélez y logró el triunfo que necesitaba para abandonar el fondo de la tabla. Con 12 puntos y con una racha de cuatro presentaciones sin perder, el panorama pinta mucho mejor que hasta hace algunas semanas.

Como no era cualquier rival el que estaba enfrente, tampoco eran cualquiera el recaudo que había que tomar para tratar de jugar de igual a igual. Merlo asumió la dimensión del desafío en el que se sumergía y optó por priorizar el armado táctico ante todo. El primer objetivo en el estadio José Amalfitani fue obstruir los circuitos de circulación del conjunto de José Flores y para eso se construyó un dispositivo con cinco defensores y con tres volantes centrales. La tarea de los mediocampistas no fue nada sencilla pero, pese a eso, resultó efectiva en el primer tramo de la noche: anticipar a Lucas Romero y a Héctor Canteros se volvió la función central de Bruno Zuculini y de Francisco Cerro, que presionaron más adelante que de costumbre. Así planteada la partida de ajedrez, no hubo ventaja inicial para ninguno porque nadie terminó de dominar una escena con protagonismo repartido.

El primer aviso serio fue de la Academia. Rápido, en un avance por izquierda, Luis Ibáñez, con libertad para ir, recibió de Valentín Viola y buscó el arco ya dentro del área contraria. El tiro, algo forzado, salió pegado al primer poste. Del otro lado, no le sobró trabajo a Sebastián Saja porque a los locales, que dispusieron la mayor parte del tiempo del campo, les costó construir con la pelota al piso. Entonces, la decisión que adoptaron fue saltear líneas y buscar por aire a los dos delanteros. Mauro Zárate y Lucas Pratto, con capacidad para generar peligro por sí mismos, se las ingeniaron para asustar con algún remate de media distancia que no trajo demasiados problemas. Al momento de pensar en Sebastián Sosa, Racing, con poca tenencia prolija, eligió reiterados envíos largos para Viola, que trató de que el mano a mano contra sus marcadores le diera rédito.

Antes del descanso, mientras el encuentro se instalaba paulatinamente en las cercanías del capitán académico, el dueño de casa produjo la ocasión más nítida. De derecha a izquierda, un ataque profundo encontró a Emiliano Papa con comodidad para probar al arco. A la carrera, el zurdo intentó poner el balón en el ángulo superior derecho de un Saja que controló con la vista. No varió mucho la historia para el complemento. Más bien, se acentuó. Porque el anfitrión decidió ir por todo y llegó pronto a una oportunidad nítida. Pratto recibió por derecha, por detrás de todos, y disparó cruzado. La pelota dio en el palo y el rebote favoreció a Saveljich, que alcanzó a rechazar. Un par de minutos después, fue Zárate el que llegó hasta el fondo y obligó a Saja a revolcarse.

Merlo no estaba del todo conforme con lo que veía e incluyó a Yonatan Cabral en lugar de Ibáñez. Matías Cahais se movió contra la raya y la solidez colectiva aumentó. Equivocarse lo menos posible era la misión para resistir un embate que prometía ser extenso. La serie de modificaciones no se detuvo y Luciano Vietto ingresó por Hauche. Parecía fundamental mantener la intensidad y, para ganar aire en el medio, Luciano Aued entró por Cerro. Sin la posesión del balón, Racing intentó hacerse fuerte desde el orden y desde el compromiso. Mucha energía para perseguir adversarios, mucha concentración para no regalar nada. El contragolpe fue el arma que quedó para animarse y, cuando se pudo, aprovechando el cansancio de Juan Sabia y de Sebastián Domínguez, la visita apeló a ese recurso. Un cabezazo de Viola por encima del travesaño y un tiro de Vietto desde afuera del área fueron los primeros indicios que indicaban que se podía pensar en el batacazo.

El tramo final del duelo fue con pocas luces pero con mucha dinámica. Vélez puso todo lo que tuvo para llevarse puesto lo que se le parara delante, pero Racing no se resignó y le jugó unas fichas a sus posibilidades de lastimar con espacios. Vietto volvió a tener una ocasión con un tiro desde lejos y Roberto Nanni, que pisó el césped cerca del cierre, se transformó en la referencia ofensiva de los suyos. Hubo minutos de tensión debido a que el resultado era un suspenso continuo pero la tenacidad académica para soportar amenazaba con tener premio. Y lo tuvo. Y de la mejor manera. Ya en tiempo de descuento, una brillante maniobra, que incluyó un taco de Aued, lo dejó a Vietto de cara a Sosa. El cordobés, con un toque sutil, con un gesto técnico de esos que no pueden hacer todos, se encargó de poner la pelota lejos del alcance del arquero, contra el poste más lejano.   

Contundente en las zonas en las que se define la historia, astuto para capitalizar los momentos, Racing se aferró a un triunfo importantísimo y celebró a lo grande. Esperar para ganar ahí valió la pena. Tanto como pellizcarse para comprobar que la genialidad que terminó en gol ocurrió de verdad. Las alegrías como ésta son sin dudas para disfrutar. 

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