No se podía jugar. Unos y otros y todos llegaron a la misma conclusión porque el agua hacía imposible que la pelota corriera con normalidad y porque la integridad física de los protagonistas empezaba a estar en riesgo. Por eso, Federico Beligoy, con consenso de los dos equipos, decidió suspender el clásico de la séptima fecha del campeonato cuando el reloj indicaba 12 minutos de la segunda etapa. Hasta ahí, en un partido desdibujado por la lluvia, Racing perdía con Boca por 1 a 0.

Un espacio que los dos querían ganar a toda costa. Una serie de metros cuadrados que quedaron claramente en el eje de la escena. De movida, con la lluvia como factor a tener muy en cuenta, los dos dieron batalla en la zona del círculo central. Ahí se concentró el partido y cada uno plantó bandera para no dejar que el otro se adueñara de un sitio crucial para imponer condiciones. El equipo de Diego Cocca modificó el esquema táctico de sus presentaciones recientes para poner a Ezequiel Videla por delante de la defensa y a cuatro mediocampistas más con el propósito de presionar sobre la tenencia ajena. Facundo Castillón, recostado sobre la banda derecha, tuvo más libertad que sus compañeros de línea para acompañar a Gustavo Bou, el hombre más adelantado. Enfrente, Rodolfo Arruabarrena ubicó a Cristian Erbes apenas arriba de los centrales y a Fernando Gago y a César Meli para elaborar con paciencia. Quedó, de esta manera, dispuesto el rompecabezas sobre el que se jugaría el clásico.

Antes de que el desarrollo terminara de acomodarse, el balón dio en el travesaño. Sí, así como suena: Leandro Grimi lanzó un centro con rosca al corazón del área, Bou se anticipó a su marca y sacó un cabezazo que casi rompe el cero. La fortuna no acompañó a la Academia y, repuesto del susto, el conjunto local comenzó a manejar con bastante prolijidad la pelota, siempre en el contexto de un suelo incómodo. Es verdad que Sebastián Saja casi no sufría pero, como contrapartida, a Racing se le hacía difícil darle destino certero a la circulación. La consecuencia lógica fue que el encuentro pasó a disputarse en campo de la visita y que Boca logró insinuar algún riesgo por el sector derecho de su ataque.

La tarde transcurría mientras el césped se inundaba y nada hacía suponer que se abriría el marcador. Pero el gol llegó. Exactamente a los 25 minutos. Un envío largo cayó a la espalda de Yonathan Cabral. El defensor no pudo rechazar, complicado por el agua y por –según mostraron las imágenes televisivas- un agarrón de Jonathan Calleri. Astuto, Federico Carrizo recuperó a la altura de la media luna y el propio Calleri recibió de cara al arquero. Su precisa definición al poste más lejano destrabó el resultado. A la Academia no le quedó más remedio que adelantarse en el terreno porque era obligación acompañar a Bou en el tramo final de la cancha. Como pudo, lo intentó. Luciano Aued y Gastón Díaz no pudieron ganar seguido la espalda del mediocampo contrario y eso complicó el abastecimiento del único delantero. En ese marco, un disparo de Grimi, a la salida de un tiro libre, fue la ocasión más clara antes del descanso.

Con todo, casi calcando el inicio del clásico. Así arrancó el complemento. Apenas habían pasado 60 segundos cuando Bou la peinó para dejarlo a Castillón solo contra Agustín Orión. El rubio eligió cruzar el remate y, antes de que la pelota traspasara la línea, apareció un defensor para rechazar. Cada vez se hacía más difícil jugar por la lluvia y el árbitro convocó a los capitanes para decidir si se continuaba. La medida inmediata fue detener el juego ahí. El desenlace quedó en suspenso y Racing deberá ponerse a pensar ya mismo en la Copa Argentina.