Que Colombia sea un país con una superficie de 1 141 748 km² es un dato que a Racing no lo asusta en lo más mínimo. A la Academia le pueden hablar de la Isla de Malpelo, del Cayo Roncador y del Banco Serrana que todo le va a dar igual porque acá lo cuenta es rendir en los 90 minutos que dura el partido y traerse un buen resultado. Algo que ya se logró en cuatro de las cinco veces que se jugó oficialmente en el país cafetero. Algo a lo que se apuntará cuando se visite a Rionegro Águilas Doradas por la revancha de la primera fase de la Copa Sudamericana.

De la mano de Juan José Pizzuti, se ganó la maratónica Copa Libertadores de 1967. Durante la fase de grupos, hubo que viajar dos veces a la nación que cuenta con playas en el océano Pacífico y con salida al Atlántico a través del mar Caribe: la primera terminó con un triunfo por 2 a 0 ante Independiente de Medellín y la segunda, con una victoria por 2 a 1 frente a Independiente Santa Fe. Ni siquiera los problemas a la hora de volar –es memorable el relato de las turbulencias sufridas arriba del avión- impidieron la sonrisa del Equipo de José. 

La primera y única caída en Colombia sucedió en la Copa Libertadores de 1989 y fue ante Atlético Nacional por 2 a 0. A partir de ahí, el historial registra dos empates: en 2003, un 1 a 1 por la ida de los octavos de final ante América de Cali –gol de Diego Milito-; y, en 2016, un 2 a 2 por la fase de grupos frente a Deportivo Cali –goles de Leandro Grimi y de Lisandro López-. 

Los datos son elocuentes y explican bien por qué le sobra confianza a Racing al momento de encarar este nuevo desafío. El pasado está de su lado y se complota con el triunfo por la mínima en el duelo disputado el 1 de marzo en Avellaneda. Será cuestión de ratificar ahora que los números no mienten.