Si alcanzara con un recorte de instantes, con una edición de los mejores momentos en un lapso de 90 minutos, sin dudas podría concluirse cque Racing estuvo en partido en La Bombonera. Pero los retazos no alcanzan para una confección plena... Por eso, al cabo, el local se quedó con el triunfo por 4-2, en un resultado que complica las chances de clasificación a los cuartos de final de la Copa de la Liga y obliga a una suma completa -o lo más aproximada al total- de las 12 puntos que restan para el cierre de la fase de grupos.

Poco había hecho Boca para ponerse en ventaja apenas pasada la primera mitad de la etapa inicial. El karma del misil -sí otro remate lejano que se clavó arriba, esta vez a cargo de Blondel- marcó distancia sin que hubieran existido más argumentos que ese remate. Racing, hasta entonces, había estado en control del juego con la circulación de pelota, la coordinación de los tres centrales con los dos laterales-volantes y la reducción de espacios hacia adelante que le sacaba comodidad al rival. Además, Racing generaba desequilibrio porque Salas ganaba uno contra uno. Un centro lanzado suyo desde la izquierda tuvo continuidad en un cabezazo de Martínez y un remate de Zuculini que García tapó abajo.

El festejo local provocó un breve sacudón, traducido en otro disparo externo, que Arias le frustró a Zenón. Pero de inmediato Salas volvió a ejercer influencia para un desborde y un centro atrás que Quintero convirtió desde el punto penal. Un cierre exacto de Nardoni sobre Langoni y otra gestión de Arias (desvió un bombazo de Saralagui) terminaron por despertar al equipo, que retomó el dictado del tiempo, tanto que arañó el 2-1 con un rompimiento de Sosa, en una contra para Martínez que Benítez cortó cuando Maravilla ya calibraba la definición.

El reinicio fue óptimo porque al minuto, Racing produjo lo mejor: recuperación en zona media, construcción a un toque entre Miranda, Salas y Quintero para una asistencia larga que Maravilla Martínez cruzó al palo izquierdo. Quedaba un largo trecho que demandaba concentración a pleno y reafirmación de los buenos momentos acumulados hasta entonces. Pero Racing se diluyó enseguida, sobre todo porque falló en dos aspectos clave en la contención: descuidó la banda derecha propia, ahí donde se sabe que Boca -por zona izquierda de su ataque- se hace fuerte con Blanco y Zenón. De esa plataforma surgieron los tres centros que derivaron en los goles recibidos en la segunda parte. La segunda debilidad fue inédita: la defensa aérea, una de las fortalezas hasta anoche. Dos cabezazos, uno de Cavani y otro de Valentini (Boca no había convertido por ese vía en este torneo), sentenciaron el marcador, que admite poco reparos.

Habrá que barajar y dar nuevo. El mazo aún está en la mesa de Racing...

Foto: Paola Lara.