La única imperfección, en un exceso de exigencia, fue la demora en sacar ventaja. Mucho antes de los Martínez-gol en continuado (a los 41 minutos del primer tiempo sucedió el de Adrián, luego de una hermosa asistencia de Agustín Almendra, y a los 45 minutos el de Roger, con pisada de papi en el punto del penal como culminación de una conexión por izquierda entre Ignacio Galván y Maravilla), Racing ya había dado señales y acumulado argumentos para que la diferencia se plasmara prematuramente en el Defensores del Chaco.

Racing entendió cómo jugar ante un rival inferior, pero que pareció con menos recursos por el dominio de la formación de Gustavo Costas, siempre con el pase encadenado para generar espacios cerca del arco de Falcón. Para eso influyeron Santiago Sosa y Almendra, socios en los primeros toques para que el armado tuviera solidez y claridad. Ancho con los dos laterales-volantes y con la contribución de Baltasar Rodríguez como descarga o para romper con el cambio de ritmo, Racing fue cercando el área grande de Sportivo Luqueño para llegar con chances. Una vez lo tuvo Maravilla, otra Baltasar y Roger también merodeó… hasta que por fin el gol puso lógica al resultado en función del desarrollo.

La segunda parte fue de regulación, con Racing en terreno propio, sin mayores zozobras al margen de alguna pelota cruzada (en la más peligrosa, Agustín García Basso cerró con exactitud) y con espacios para una contra que pudo haberle dado el tercer festejo (Falcón le ganó cara a cara a Adrián Martínez). Lo mejor del equipo de Costas se vio cuando tuvo el patrimonio de la pelota. Así es capaz de construir con bases firmes.