La medida fue adecuada a estas pretensiones iniciales en la Copa Sudamericana. Ante Bragantino, el rival de mayor exigencia en el grupo H, Racing dio la talla. Antes de los 20 minutos, Maximiliano Salas y Adrián Martínez ya habían aportado para un 2-0 que daba tranquilidad, exponía diferencias y, sobre todo, trasladaban al resultado un dominio en base a presión organizada, control de pelota, recuperación inmediata y transiciones veloces que, incluso, dejaron esos dos goles del primer tiempo como una distancia menor. La armonía nacía de una defensa firme, el toque de Almendra, la amplitud que daban Mura, Solari y Martirena y la potencia que Maxi y Maravilla engarzaban con destreza.

Racing se sintió cómodo, no pasó sobresaltos y redujo al equipo brasileño a un conjunto empecinado en cortar los avances rivales con poco suceso. La decisión de pararse en el bloque bajo durante el segundo tiempo, más allá de otorgarle el balón a un adversario con la técnica natural de Brasil, no se tradujo en riesgos reales: Racing repuso energía luego del degaste sostenido durante los primeros 45 minutos y, de hecho, apenas padeció un avance profundo con un derechazo Borbas. El 3-0 de Roger Martínez colocó el marcador en función del desarrollo, en especial de los sucesos de la primera parte, cuando Racing se movió a placer. 

En dos fechas del Grupo H de la Copa Sudamericana, Racing expone números que generan optimismo. La continuidad del torneo invita a la esperanza.

Fotos: Paola Lara.