El Club

Un estadio, innumerables historias

Martes 03 de Septiembre de 2019
¿Es posible que un solo lugar encierre una cantidad de relatos, recuerdos y anécdotas que se dirimen el calificativo entre lo fantástico y lo infinito en iguales proporciones? Sí. El Cilindro es la respuesta. Y, en la fecha en la que nuestro estadio cumple 69 años desde su inauguración oficial, acá están algunas de las historias que sirven para entender la real dimensión del significado que encierra nuestro lugar en el mundo. 
Un estadio, innumerables historias
"El mundo es un pañuelo", reza de manera enfática ese dicho del saber popular reservado para los momentos y situaciones en que dos o más personas conocidas confluyen de manera coincidente en un mismo lugar, pero sin haber planificado de antemano el casual encuentro. Coincidir de manera justa entre tanto lugar y tanta gente que no busca o no quiere coincidir. Esa es la cuestión. Apropiarse desde el sentimiento de un mismo espacio y transformarlo en algo único y distintivo, como esa estrella de referencia a la que siempre se usa como guía en medio de la noche. Transformar a ese mundo simplemente en nuestro lugar en el mundo.

Un simple y único significado. Infinitos y múltimples sentidos. Un sentimiento común para todos y todas. Recuerdos, sensaciones, historias, anécdotas y momentos tan innumerables y variados como la cantidad de hinchas que Racing ha tenido, tiene y tendrá. El Estadio Presidente Perón. El Coliseo. Nuestro Cilindro. A continuación y en el día de la conmemoración de su sexagésimo noveno aniversario, el sitio web oficial entrega una breve recopilación con solo algunos de los innumerables relatos que las académicas y académicos del país y del mundo le contaron al club a lo largo de la jornada en las distintas redes sociales oficiales. Diez testimonios simples y fieles, que sirven para entender como un lugar tan pequeño comparado con la inmensididad del mundo ese que a veces tildamos de pañuelo, puede resultar para el pueblo racinguista más grande que el mismísimo planeta. Un universo entero pintado con los colores más lindos que conocemos: el blanco y el celeste.

Daniela (Instagram): 
"El mejor de los recuerdos que tengo es de este año, en el mes de abril. Estaba embarazada de tres meses y no se lo había contado a nadie hasta ese momento. Fuí sola al Cilindro, con mi bebé adentro mío a ver a Racing festejar el campeonato. Fue único y más que emocionante para mí. Lloré todo el partido de felicidad, por el gran momento que estaba viviendo en mi vida. La semana siguiente a ese partido les dí la noticia a todos en mi familia y lo primero que me preguntaron era si había ido a la cancha en esa condición. Les respondí que sí y que no lo había dicho antes, porque si se sabía antes del juego no me iban a permitir estar. Y mi hijo y yo teníamos que estar. El día de mañana se lo contaré a mi nene, que va a nacer en octubre, y seguramente no va a poder creer que esa tarde estuvo ahí presente en el Cilindro junto a su mamá".

Leonardo (Facebook):
"Soy Bodas de Oro número 3691 desde hace 10 años y tengo 58 de socio, por lo que viví muchas cosas en el Cilindro: los campeonatos del 58 y del 61, haber podido ver al "Equipo de José" en la final con el Celtic. Y ni hablar de las tristezas. Pero si tuviera que elegir ahora un moment, sin dudas ese sería el gol de Bedoya contra River en el 2001. Es lo que primero me viene a la memoria y me llena de emoción".

Liliana (Instagram):
"Fuí por primera vez al estadio cuando aún ni siquiera caminaba sola. Mi papá me llevó de la mano y todavía recuerdo el sentir que agarro su mano mientras subo cada escalón camino a la piopular. Es un momento único e inolvidable para mí hasta el día de hoy. Racing es una pasión inexplicable que está en mi vida siempre. Esa misma pasión es la que me hace volver en cada fecha de local al Cilindro. Es la misma que me da la fuerza para enfrentar cirugías y tratamientos solo por volver a ese lugar que yo siento como mi casa". 

Martín (Facebook):
"Cuando en el 2014 metio el gol Centurión ante godoy cruz, hubo una avalancha en el sector general, cerca de la puerta 14. Cuando llegue abajo, empujado por la multitud, ví que entre toda la gente habia una señora bastante mayor. La señora no veía nada desde ahí. Solo escuchaba. En ese momento yo la ví y ella me vió. Solo cruzamos las miradas y nos abrazamos como si ella fuera mi abuela y yo su nieto; sin decir nada, pero llorando ambos. En ese momento entendí de nuevo lo que ya sentía antes de ese instante: que lindo es ser de Racing".

Cecilia (Instagram):
"Recuerdo haberle dicho a mi mamá que me iba a jugar con mi mejor amigo, pero en realidad nos fuimos al Cilindro a ver el clásico. ¡No teníamos ni 10 años! Al día siguiente me mandaron a comprar al almacén y el señor que lo atendía y por supuesto me conocía, me preguntó si ella sabía que yo había estado en la cancha la tarde anterior. Claramente le dije que sí y me fuí rápido de ahí".

Hugo (Facebook):
"Recuerdo muy bien el partido que le ganamos ante el Celtic 2 a 1 y que sería el inicio de la epopeya que representó el coronarse como Campeón del Mundo por primera vez para un equipo argentino. Estuve en el cilindro y creo que entonces había cien mil personas. Y algo más: yo no fuí a la cancha ese día, pero el gol de Bedoya a River me hizo llorar. Yo estaba en mi casa, pero me sentía en el Cilindro".

Marcela (Instagram):
"Mi hijo Pablo tenía exactamente cuatro meses y su padre es sobrino de Tita Mattiussi. Yo nunca había estado en un estadio de fútbol hasta ese momento y él tampoco, ya que era muy chiquito aún. Pero recuerdo que en aquella ocasión Tita en persona fue hasta el sector de boleterías a buscarnos. Ella misma me acompañó a la puerta de la platea de mujeres y allí me dio la entrada para que pudiera ingresar al Cilindro con mi hijito en brazos. Yo no era de ningún cuadro en ese momento y más allá de que toda mi familia es de San Lorenzo, amo a Racing con toda el alma y el corazón. Mis dos hijos son hinchas de Racing. Y Tita fue la encargada de transmitirnos ese amor incondicional".    

Carlos (Facebook):
Hace ya mucho tiempo y cuando yo tendría no más de 9 o 10 años (no lo recuerdo bien y hoy tengo 64), mi viejo me llevó por primera vez al estadio de Racing. Esa oportunidad se hizo posible gracias a la amabilidad y a ese don de gente que tenía Don César Mattiussi; sí, el papá de Tita, a quien tambien pude conocer varios años más tarde. Recuerdo que en esa oportunidad, ya entrada la década del 70, hasta pude compartir un almuerzo junto a ella en su casa (el Cilindro, obviamente) y luego me permitió entrar a la cancha para pisar el césped del cilindro y luego charlar un buen rato. A veces la vida se empeña en repetir historias y, sin dudas, esas fueron de las mejores".

Marcela (Facebook):
"Tengo tantas que no puedo elegir una sola sin emocionarmo, pero rápidamente puedo destacar el momento de en que Pelletieri voló contra su palo derecho y atajó ese penal imborrable. Siempre voy a recordar esa fecha por que es el cumple de mí hijo. Pero en antes de ese partido puntual, nos habían permitido sacarle una foto a él en ese arco ¡y apoyado justo en ese palo! Racing es amor, pasion y familia. No tengo dudas".

Roberto (Facebook):
"Llegamos al estadio, pero las rejas estaban cerradas. Mis viejos se acercaron a los guardias de seguridad, mientras yo estaba abrazado a la reja, recorriendo cada centímetro del estadio con la mirada. "Es enorme", pensaba. Mi papá se acercó a mí y su cara lo dicía todo todo. "Negrito, hoy no hay visitas. Están refaccionando cosas y está cerrado", me dijo. Por fuera no lo hice, pero por dentro lloré a más no poder. Mi mamá intentó convencer al guardia, pero la respuesta fue tajante: "no, señora. No nos dejan, la verdad...". En ese momento me sentí al menos feliz por el solo hecho de haber estado allí. Me paré y guardé ese instante en el pecho antes de irme. Pero mientras subíamos al auto, un chiflido llamó nuestra atención. Era el guardia, que lo llamaba a mi viejo. "Maestro, si se paga una gaseosita...", dijo el vigilante con una sonrisa que sólo era superada por la de mi papá. "¡Un fardo te pago!", le contestó feliz antes de mirarme a mí con alegría. Abrieron la reja. Corrí. El trayecto no lo recuerdo, solo sé que cuando mi mente volvió a mí, yo estaba ahi, en el anillo central. El estadio estaba totalmente vacío, pero yo lo sentía lleno. Se sentía así. AhÍ mismo fue donde me dije: "llegué a mi casa" y en ese momento, sí, lloré como un niño pequeño. Y no ví un gol, ni canté con mis hermanos. Sólo admiré la inmensidad de nuestro estadio vacío junto a mi familia, pero con un único y sincero sentimiento de pertenencia. El Estadio Presidente Perón. El Cilindro. Mi otra casa".