Los cálculos y las especulaciones se hundieron en cuanto el sorteo comenzó. Racing salió primero y casi no hubo margen para imaginar el rival. El nombre de River cayó enseguida a la mesa y el cruce de octavos de final quedó armado para que los neutrales empezaran a alquilar balcones. Diego Milito, presente en Asunción, esbozó una leve mueca que distribuyó altas dosis de confianza entre los miles y miles de hinchas que siguieron la cita por televisión. En síntesis: el clásico más antiguo del fútbol argentino, con reiterados capítulos en certámenes internacionales, volverá a disputarse en agosto con sabor a Libertadores. El primero se jugará en el Cilindro y la revancha, en el Monumental.

El historial de Copa favorece a la Academia, que no perdió ninguno de los seis compromisos que tuvieron lugar a lo largo de los años. En la edición de 1967, que consagró al Equipo de José, se enfrentaron en cuatro oportunidades: dos triunfos para Racing (2 a 0 y 3 a 1) y dos empates. Los otros dos son de la Libertadores 1997, que los puso a cara a cara también en los octavos de final. Empate 3 a 3 en Avellaneda, empate 1 a 1 en Núñez y clasificación para el conjunto que dirigía Alfio Basile desde los doce pasos.

Pero eso no es todo porque, además, la Academia eliminó al Millonario en dos citas inolvidables de carácter internacional: en las semifinales de la Supercopa 1988, con un agónico cabezazo de Néstor Fabbri; y en la segunda fase de la Sudamericana 2002, con un tanto de Maximiliano Estévez de penal. River se impuso en la Supercopa 1997 y en la Mercosur 1999 como para compensar la desventaja.

Con la ilusión encendida, Racing tendrá una chance inmejorable para seguir escribiendo páginas gloriosas en su memoria. Quizás, en cuartos, aparezca Independiente. Y eso también potencia las ganas. Pero a no anticiparse: primero está River y el clásico ya justifica iniciar la cuenta regresiva para salir a la cancha.