La sonrisa ancha y una presentación digna de un actor brillante: “Hola gente. Soy la Pantera Boy. Les agradezco por todo el apoyo que me dan”. Gustavo Bou llegó a la sala de conferencias de prensa del Cilindro dispuesto a encarar un desafío al que está poco acostumbrado: participar de una Facebook Live para charlar con los hinchas de la Academia sin intermediarios. Entusiasmado con su regreso al club, se encontró de golpe con una visita que no estaba en los planes: Licha López pasó a saludarlo, le dio un abrazo y miró a cámara para que la gente se quedara tranquila de que la dupla de ataque está impecable.

Un aluvión de comentarios. Que si había tentado a su hermano Walter para que viniera a Racing. Dijo que no. Que, cuando arregló su llegada, ya no había posibilidad. Sin embargo, no ocultó el deseo de jugar en algún momento con el mejor socio que le dio la vida. Ya más suelto en ese ida y vuelta con quienes lo alientan domingo a domingo, contó que ninguno de todos los goles que convirtió lo marcó tanto como aquel a Quilmes de tiro libre en 2014. 

“Sale el 318”, apuntó entre risas cuando alguien le sugirió que adivinara el número que saldría en la quiniela. Ya otra vez en su rol de entrevistado serio, aseguró que todavía no prometió nada por ganar la Copa pero que seguramente se volvería loco si se diera la conquista de América.

Lo vieron desde todo el país. Lo escucharon desde todas partes del mundo. “Mi sueño es estrecharte la mano”, le pidieron ya cerca del final. Bou respondió con simpleza y humildad: “Espero retribuirles tanto cariño con lo que mejor sé hacer: goles”.