El desahogo fue infinito porque la ilusión es también infinita. Racing se sabía obligado a ganar en el Cilindro para seguir dependiendo de sí mismo para coronarse y lo hizo a mitad de camino entre la jerarquía, el oficio y el sufrimiento. Derrotó a Belgrano por 1 a 0 después de haber sido superior a lo largo de todo el partido y ratificó que, a falta de dos partidos para el final, va por toda la gloria. 

Lisandro López picó del centro hacia la izquierda a la caza del centro de Eugenio Mena, leyó dónde iba a caer la pelota y sacó un zurdazo cruzado que se estrelló en el segundo palo antes de hacer estallar el Cilindro en un millón de gritos. Así arrancó Racing lo que parecía que iba a ser una noche soñada desde el juego y desde el resultado. Con el correr de los minutos, sin la fluidez de las mejores presentaciones y sin acertar en el pase decisivo, el desarrollo se emparejó levemente. Si bien Gabriel Arias casi no tuvo que intervenir, la visita niveló desde la intensidad y al dueño de casa le costó manejar por completo el trámite. 

Alguna duda se instaló sobre el césped en el comienzo del complemento porque Belgrano, entusiasmado con perder por un solo gol de diferencia, se adelantó y construyó alguna ocasión de peligro. Mauricio Cuero y Leonardo Sequeira buscaron atacar por afuera para lastimar a los laterales locales y, sin Marcelo Díaz en el círculo central, Racing no pudo defenderse tanto desde una tenencia prolija y prolongada. Jonatan Cristaldo ingresó para batallar bien arriba y Neri Cardozo, para aportar claridad en la zona media. Cuando quedaba nada para el desenlace, Julián López reemplazó al capitán y Licha se retiró envuelto en un torbellino de aplausos. 

Y así, con el sueño encendido y con algún susto en el descuento, la Academia cerró una nueva victoria que, a esta altura, da la sensación de ser un escalón más hacia el objetivo. Que te llamen líder no está nada mal. Nada mal.

Crédito fotográfico: Fotobaires.