Fútbol Masculino

Arrabal y rocanrol

Sábado 07 de Septiembre de 2019
David Barbona abre las puertas de su pasión. Esa que se apoya en las vivencias y los recuerdos de la juventud y de la madurez al abrigo de la familia y de los amigos, pero que se siente y se expresa bajo una sola melodía: la del rock.  
Arrabal y rocanrol
Hay acordes que suelen resonar con mayor o menor asiduidad e intensidad en las cabezas de las personas. Compendios melódicos que sirven para viajar hacia otros momentos y lugares, sin que eso signifique el tener que moverse ni un solo centímetro, desde el preciso instante en que la progresión de sonidos se empieza a oír . Hay algunas pasiones que devienen en sentimientos muy potentes y que sirven para identificarse a uno mismo, no solo como un individuo sino también como parte de un grupo a lo largo de la vida. Y en ella tanto el fútbol como la música se erigen como dos de los máximos estandartes que pueden ayudar a entender lo que a veces resulta inexplicable: la pasión que moviliza a las personas siempre se apoya en algo representado a trevés de una conexión, que les permite estar más cerca, a pesar de las distancias, de aquello que las identifica y que no pueden abandonar, porque representa una parte de sí mismas. Para David Barbona todo se resume de manera muy sencilla. No hay complejidades o tediosos planteos que inviten a pensar en respuestas con múltiples soluciones. Es un futbolista que hoy juega para Racing Club y que desde hace varios años es profesional, tras haberse preparado para eso desde pequeño. Pero antes que futbolista, Barbona es principalmente una persona como cualquier otra. Y como tal, guarda afectos inquebrantables por aquellas cosas que lo acercan a su esencia. Por eso, antes de imaginar las melodías de una tribuna coreando su nombre tras una buena actuación adentro de la cancha, David ya escuchaba otras que le daban vuelta todo el tiempo por la cabeza y que lo acompañaban desde el Barrio Los Pinos en Morón, en el oeste del conurbano bonaerense, hacia donde los caminos a donde la pelota lo quisiera llevar. Esa música era (y es) la del rock and roll hecho rocanrol. Ese que surgió en nuestro país hace algunas décadas desde los suburbios y fundió al barrio, los amigos y la familia en un solo e indivisible concepto, como una alternativa de escape y de resistencia artística a una realidad que solo brindaba como armas de guerra la música y la palabra. Ese que de seguro resuena en cada rincón de la cabeza del jugador cada vez que pisa la pelota antes de encarar a algún contrario.

-¿Qué te motivó a acercarte a la música de joven y mantuvo ese amor hasta hoy?

-Era muy chico. Creo que tenía 11 o 12 más o menos. Yo entrenaba en River como infantil y me llevaba hasta allá mi madrina. Y cuando volvíamos de las pruebas, íbamos a su trabajo en unas canchitas de fútbol que ella tenía. Y ahí se ponía a escuchar lo que le gustaba, que era el rock and roll. Escuchaba a Callejeros, La 25, Los Redondos. Yo era muy chico, pero me empezó a  gustar todo ese palo. Después obviamente también sumó el hecho de que en el barrio en el que nací y crecí hubiera muchos chicos de mi grupo de amigos que escuchaban lo mismo. Vengo de un barrio muy rocanrolero y eso me fue llevando para ese lugar. “Que empezá a escuchar a tal banda”, “que vení a conocer tal lugar”. Así me fui metiendo en el ambiente. Está buena la onda. Tiene algo que me gusta. Entonces trato de disfrutar de la música cada vez que puedo.

-¿Pensaste alguna vez en usar a la música como una motivación en los momentos en qué las cosas no te salían en la cancha o en la vida?

-Trato de distraerme un poco con la música. Siempre es bueno recurrir a lo que nos gusta en los momentos en que las cosas no nos salen o como un medio para escaparle, en mi caso, al fútbol. Para que no todo en la vida no se centre siempre en eso. Es lo que trato de hacer cuando a veces las cosas no salen bien. Creo que es algo que te hace sentir mejor y te hace escapar un poco de los problemas.

-¿Conociste a gente a la que estar en contacto con la música le ayudó a escapar de sus problemas y les brindó algo de alegría? 

- Tengo unos primos que hacen rock desde hace bastante. No tocan en una banda conocida, pero siempre se dedicaron a la música. Y yo sé que esto les hace bien. Por eso siempre le dieron para adelante con eso. Después, no tengo otras referencias cercanas que se dediquen o que toquen algún instrumento.
 
-Y mientras te metías cada vez más de lleno en ese mundo, ¿no se te dio a vos por aprender a tocar algún instrumento?

-Tengo una batería en mi casa. Me la compré hace más o menos dos años, porque me gusta el instrumento. Estaba con ganas de aprender en ese momento, pero por falta de tiempo y por los viajes se me hizo complicado pensar en hacerlo con un profesor. Entonces, traté de hacerlo a los ponchazos: poniéndome los auriculares y tocando temas de fondo o con videos de Youtube. Las ganas siempre las mantuve y a pesar de que los horarios no me lo permiten como a mí me gustaría, algún día arrancaré y empezaré a estudiar. A la batería la tengo en la casa de mi suegra y siempre que quiero despejarme un poco o practicar, me voy para allá a tocar. Y de a poco le voy agarrando la mano y me voy emocionando. Por eso quiero aprender: porque me gusta y además porque te permite saber otra cosa más allá de lo que ya sabés.

-Siendo un tipo de barrio y con raíces muy arraigadas a su lugar de origen, su familia y sus amigos, no es ilógico entender porque sos un gran seguidor de bandas como Los Gardelitos, por ejemplo, como de tantas otras que mantienen en alto la bandera del rocanrol…

-Sí, es una banda que me gusta mucho, de verdad. Te diría que es de las que más me gustan junto con el Pity (Cristian Álvarez) y las bandas que él tuvo: Viejas Locas e Intoxicados. Pero también escucho a otras como La Renga, Los Redondos, El Indio Solari y La 25, por nombrar a algunas de las más conocidas. Pero las primeras que te nombré son las bandas que más me marcaron desde siempre y que me siguen marcando hoy en día.

-¿Y en dónde se apoya esta marca que a vos te queda al escucharlas?

- Ellos tratan de dejarle un mensaje a quien los escucha. No sólo a través de la música, sino también desde las letras. Además, muchas veces  la gente se siente identificada con lo que canta el artista, porque se ve reflejada y siente que le pasan las mismas cosas. Yo muchas veces me guío por eso también y por eso me identifico con el estilo.

-¿Sos abierto musicalmente o te encasillás sólo en lo que te gusta?
-Escucho algo de cumbia vieja y también de cuarteto más antiguo, porque adentro de un vestuario es la música que más se escucha. Y ese momento hay que compartirlo con los compañeros, más allá de que no sea lo mío en cuanto a gustos. Aunque a veces meto algunos temas. Más allá de eso, no tengo problemas con que suenen otras cosas, igualmente. Pero lo mío es el rock. A donde voy escucho rock: cuando estoy en mi casa, cuando voy a lo de mis viejos o me junto con los pibes del barrio. Ese es mi palo.

-¿Venís de familia rockera?

-Sí. Pero no por el lado de mis viejos, sino como te dije, por mi madrina y también por mis primos. Uno toca la guitarra y el otro canta, y tenían una banda que se llamaba “Solo colgados” a la que íbamos a ver cuando se presentaban en bares de Rafael Castillo. Yo era chico, pero lo recuerdo bien. Y después por mis amigos, que son iguales a mí en ese sentido: no escuchan otra cosa. Cuando nos juntamos en el barrio, es la música que suena en sus casas o en los autos cuando se los escucha llegar. El barrio es muy rocanrolero. Y yo en la puerta de la casa de mis viejos, tengo pintada la frase de Los Redondos “la tribu de mi calle” con los colores de Argentina. Es algo que me encanta y con lo que nos identificamos todos en el lugar.

-¿Tenés algún tema con el que te identifiques en los momentos de tristeza o de alegría en los que alguna melodía nos viene a la cabeza?

-Me gusta “Homero” de Viejas Locas. También “Los chicos de la esquina” y “Amor de contramano” de Los Gardelitos, junto a un par de canciones de La 25, también. No tengo uno que me identifique específicamente, pero esos son los que se me vienen seguidos a la cabeza.

-Me imagino que entonces habrá alguna anécdota que quizás esté musicalizada adentro tuyo por algún rocanrol de fondo…

-Sí y tiene que ver con la manera muy nuestra de vivir este tipo de experiencias. Muchas veces nos hemos ido caminando con amigos o con la familia a ver a bandas y después de los recitales nos hemos vuelto en tren, colectivo y hasta caminando. Una vez salimos con un grupo de amigos del boliche “La Reina”, que es un lugar de Capital en el que tocan bandas de rock, y nos habíamos quedado sin un mango para la vuelta. Logramos subir al tren en Liniers y una vez ahí, uno de mis amigos se abrió una lata de cerveza. Un policía se le acercó y le dijo que la bajara, porque no podía tomarla ahí. Él no le dio bola y la siguió tomando como si nada. A los pocos minutos volvió a venir el mismo policía a decirnos a todos que nos teníamos que bajar. Ahí nomás se armó un tumulto grande, aparecieron tres policías más y se armó un descontrol bárbaro adentro del vagón. Y como estábamos discutiendo con las puertas abiertas y no nos queríamos bajar, el tren no podía seguir su viaje. Al final cayeron los encargados con más policía y, obviamente, nos bajaron a todos. Así que nos tuvimos que volver caminando desde la estación de Morón hasta nuestro barrio. En el camino lo recordábamos con humor, mientras íbamos hacia casa.

-El barrio, la familia, los amigos…terminan significando casi lo mismo, ¿no?

-Mis viejos vivieron toda su vida ahí en Morón y aún hoy siguen en el mismo lugar. Yo ahora estoy con mi familia (tiene una esposa y dos hijos; una nena y un nene) en Hudson pero día por medio me doy una vuelta por allá, salvo que esté muy cansado. Después de los partidos también suelo pasar, para compartir un asado o unos mates con ellos o con mis amigos de siempre. Uno no se tiene que olvidar de nada de eso. Y ahora que estoy cerca, además, trato de aprovechar al máximo los momentos.

-Y cuando estás con ellos ¿Tocás el tema del fútbol o preferís hablar de otras cosas?

-Ellos saben que lo que menos quiero hacer cuando voy para allá es hablar de fútbol. Tratamos de charlar de otros temas o de organizar para juntarnos todos y hacer algo. Al lado de mi casa tenemos un terreno en el que nos juntamos a comer ahí y a escuchar rocanrol. Pero todos tienen en claro que cuando estoy ahí no me gusta hablar mucho de fútbol.

-¿Alguna vez pensaste en aprovechar el hecho de ser un futbolista conocido como el vehículo para acceder a conocer a alguno de los músicos que tanto admirás?

-La verdad, no. Para nada. No le doy mucha bola a esas cosas. Yo voy a ver a las bandas o las escucho y listo. Nada más. No uso la condición de quizás ser un poco conocido para acercarme más. No es algo que piense, ni lo pensé nunca. Si me hubiera encantado conocerlo o al menos haberme podido sacar una foto junto al Pity. Pero ahora él está hasta las manos y es algo que quedará solo como un deseo que de verdad me hubiese gustado cumplir.

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