Sin temores ni complejos, con plena convicción en el plan a ejecutar y la ambición para hacerle saber a un rival del prestigio y poder de San Pablo que no hay cuentas cerradas ante de los 90 minutos. Racing jugó convencido de lo que tenía que hacer y así sucedió durante 80 minutos. Porque salvo en los 10 de arranque, cuando San Pablo complicó doblando el tránstito por la izquierda con la proyección de Reinaldo, jamás fue subalterno al adversario.

Juan Antonio Pizzi reparó de inmediato el desajuste, cambió banda a Miranda y Piatti (Lolo pasó a la derecha para ayudar a Cáceres en la necesaria contención) y el funcionamiento comenzó a fluir, con coordinación en la presión alta para obturar la salida de San Pablo -marca de Hernán Crespo- desde su propia área, despligue sin fisuras y rreducción del campo hacia adelante. Con la pelota, Racing descansó en Lovera-Mena en sociedad por la izquierda, en la distribución de Miranda y en los balones por aire. Uno servido por Lovera generó un travesaño duplicado, primero ante el cabezazo de Novillo y, en el rebote, frente al derechazo de Sigali (con rebote de la bola en la línea de gol). Un tiro libre de Dani Alves desviado en el travesaño fue el último avance de riesgo del visitante, reducido e incómodo al carecer del patrimonio de la pelota y de la posibilidad de la circulación.

El segundo tiempo ratificó las impresiones iniciales, con Lolo Miranda en versión moderna como interior: cortó, pasó y rompió líneas en profundidad hasta lograr una influencia decisiva. San Pablo hizo de Arias un asunto lejano y se vio obligado a refugiarse. Crespo, en conferencia de prensa, no ocultó lo evidente: "Racing hizo un partido óptimo; nos complicó con su presión". Godoy lo tuvo en el minuto 94, pero Volpi le tapó la definición, rápido en el achique. Ese gol, única ausencia en el Cilindro, habría sido un hecho ajustado a la realidad...