El instante, una ráfaga en el inicio, fue el indicio de que el fútbol latía. En un minuto, entre los 4 y los 5 del arranque, Racing dio aviso (un ataque profundo que Matías Rojas no pudo definir y un remate de Juan Nardoni que exigió a Medina) sobre el territorio de conquista. Y así fue, porque salvo un lapso breve en que Arsenal fue profundo con tres desbordes de Guzmán por izquierda, el control y el juego le pertenecieron a la formación de Fernando Gago. 

Con plena vigencia de sus atributos reconocidos, como la circulación paciente, el cambio de ritmo y sentido a la progresión ofensiva y el posicionamiento alto, Racing hizo que Arsenal se redujera a una resistencia de incierta duración. El golazo del 1-0, un zurdazo magistral de Gonzalo Piovi colgado en el ángulo superior derecho, abrió el camino que se prolongó con una sucesión exquisita de pases que Nardoni terminó por servir a Facundo Mura para un cierre con idéntico brillo, con control de pecho, media vuelta y toque de zurda. Y si de pie izquierdo se trata, el de Mati Rojas tiene identidad propia. El paraguayo, contra la banda derecha, tiró fantasía, provocó una falta y se encargó de una ejecución digna de Premio Puskas: a 25 metros del arco, amagó centro y lanzó un misil directo que anuló la respuesta de Medina.

La segunda parte apenas se alteró por un par de avances del local bien resueltos por Gabriel Arias, por la rotación que profundizó Gago en función del compromiso del próximo miércoles por Copa Argentina -con viaje a Chaco incluido- y por el ritmo que Racing decidió regular con la plena certeza de que el asunto estaba en sus manos. El triunfo decantó por jerarquía propia y como desenlace de una superioridad evidente. Esta vez, a diferencia de lo sucedido en la primera y en la tercera fecha, el resultado fue efecto lógico de los 90 minutos.