La superioridad que podía presumirse, con estricta lógica, por diferencias de jerarquía individual y rodaje en la elite del fútbol, se verificó durante unos instantes en el primer tiempo y se confirmó a plenitud en el segundo. Los indicios se dieron cuando Racing ajustó la salida por abajo para superar la presión alta de San Martín de Burzaco, que no modificó los modos (presión alta y búsqueda ofensiva) que lo sostienen en la pelea por los primeros lugares en la Primera B.

Una vez que el primer pase tuvo continuidad en Miranda o se recurrió al lanzamiento largo, en general con la precisión de García Basso, Racing pudo progresar. Un disparo de Baltasar Rodríguez apenas alto y otro de Carbonero que tapó Maldonado -arquero rival- fueron argumentos para cuestionar el 0-0. Hubo otro de más peso: el penal ejecutado por Sosa luego de una falta que le cometieran a Rojas. El derechazo del volante no tuvo precisión y terminó en las manos de Maldonado. Esa circunstancia perdió sustancia como trauma porque el equipo no se quedó en ese rollo. Gustavo Costas dio una buena terapia con el ingreso de Adrián Martínez porque las conexiones con Maxi Salas, ya habituales, se renovaron y tuvieron, también, el valor agregado de la influencia de Carbonero.

Maravilla, en posición de 9, llevó al gol la asistencia de Salas; luego el colombiano metió gambeta en velocidad para desparramar a media defensa en el 2-0, y Salas se descargó con un zurdazo arriba luego de una pared con Mura, volcado a la izquierda por el karma del lateral zurdo (Galván, titular, fue reemplazado debido a un esguince de tobillo y su sustituto, Gabriel Rojas, jugó apenas unos minutos por un problema muscular). El 3-0 puso las cosas en su lugar, sin espacios para sorpresas en el arranque de Copa Argentina. Ahora queda retomar la senda favorable en la Copa de la Liga.