Lo que comenzó como una derivación de un conflicto institucional que involucró a las máximas autoridades del Club (las renuncias de Gastón Cogorno, presidente, y de Rodolfo Molina, vice primero), se transformó en el origen de una década de prosperidad. Porque fue el inicio de la gestión de Víctor Blanco, vice segundo al momento de aquel episodio, revalidada por amplia mayoría de socios y socias en las tres elecciones sucesivas (2014, 2017 y 2020).

Y en diez años, desde aquel septiembre de 2013, Racing no hizo más que crecer. Primero, para fundar las bases de un orden económico-financiero que permitiera establecer proyecciones. Y desde ese piso indispensable la expansión fue sucediendo, paso a paso, como consencuencia lógica en cada área de gestión.

Los eslabones de la cadena, engarzados en el lapso mencionado, brillan: éxitos deportivos (dos títulos de Liga y tres Copas nacionales), más que duplicación de la masa societaria (cada vez cerca de 100.000 integrantes), obras en las diversas instalaciones (Cilindro; Predio Tita, cuyos terrenos fueron escriturados en nombre de Racing; inicio del Centro de Alto Rendimiento en Ezeiza; Sede Social de Villa del Parque, Centro Deportivo para actividades amateurs; adquisición del terreno de la calle Alsina 642, entre otras), desarrollo de fútbol amateur con promoción de futbolistas a Primera, penetración en mercado internacionales y presencia activa de dos futbolistas surgidos del Predio Tita como Rodrigo De Paul y Lautaro Martínez en la Selección campeona del mundo en Qatar 2022, profesionalización del fútbol femenino, ampliación en la oferta de disciplinas deportivas, afirmación del perfil como institución con un rol preponderante en responsabilidad social a través de Racing Integrado, Solidario y del Departamento de Género y Derechos Humanos...

Y mucho más. Porque las raíces se afirmaron y crearon conciencia acerca de cómo se afirma la grandeza.